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26 marzo, 2021

Poros, sabor a mar

Poros es una isla del mar Sarónico, aunque realmente hablamos de dos islas unidas por un puente. La isla Sphería y Kalávria.  Se las conoce simplemente como la isla de Poros como si fuera una sola, ya que están anexadas. A estas dos islas principales, les rodean otras islas mucho más pequeñas y también islotes rocosos. 


Desde Galatas cogimos un ferry que cruza los 200 metros que separan Poros del Peloponeso. Es muy divertido cruzar en ferry. Están muy bien organizados. Es ​un trayecto barato y las imágenes que se obtienen desde el barco, de Poros y de Galatas, son memorables.


Poros es una isla colorista. Casi toda su superficie está recubierta de pinos de un color vibrante y muy brillante que intensifica aún más ese particular azul del mar del Golfo Sarónico. La recogida playa de Love Bay es un ejemplo perfecto de playa de aguas limpias rodeada de pinos tupidos de color verde intenso que llegan hasta el mar. Otras playas, la de Megano Neorio y la de Mikro Neorio, quizá no tan espectaculares como la de Love Bay, aunque son igualmente bonitas. Sobre todo por las vistas. La de Megalo Neorio dispone de varios embarcaderos para atracar y que resultan muy útiles para lanzarte desde ellos al mar para nadar.


Desde la ciudad principal de la isla, puedes desplazarte en coche o en moto o en taxi (son baratos). Otras opciones son la de alquilar un pequeño barco de recreo o explorar la costa en un taxi-barco. 




Las playas vecinas a la ciudad, justo en el lado opuesto a Galatas, son las más atrayentes. Rodeadas de altos pinos, suelen estar acondicionadas con sombrillas y hamacas para el disfrute y el relax. Enfrente de una de estas playas, se localiza el islote Daskalio, con una pequeña iglesia dedicada a la Virgen María.


El otro lado de la isla, justo enfrente de Methana, la costa es más rocosa y seca. El viento azota esa área salpicada de pequeños islotes rocosos. 
En el punto más alto de Poros, se halla el Templo de Poseidón. Ahora, únicamente quedan las huellas de su estructura. Era un edificio de grandes dimensiones, de estilo dórico, que coronaba un cerro. Desde aquí, desde las ruinas de este edificio, se puede contemplar: Methana, la bahía de Vayialos o Vagiona y al fondo la isla de Egina.

11 marzo, 2021

Roda de Isábena, piedra sobre piedra

Roda de Isábena se localiza en la comarca de la Ribagorza, en Huesca. La población se edificó sobre un alto cerro. A sus pies, en el valle, discurre el río Isábena. Este río, afluente del río Ésera, es caudaloso sobre todo cuando llueve y también en la primavera con el deshielo, ya que se encuentra muy cerca de Los Pirineos. 


Llovía a mares cuando llegamos a Roda de Isábena. En el aparcamiento público de la población solamente habían dos coches más. Era invierno y entre semana. Así que, podíamos recorrer la localidad prácticamente solos. El núcleo urbano es un complicado entramado de pequeñas callejuelas, con grandes casas con muros en piedra.  

 
 

Roda de Isábena estuvo fortificada y servía de atalaya de vigilancia en la Edad Media. Fue su etapa histórica de mayor esplendor. Entre el siglo X y el XI, allí se construyó una gran catedral románica, con planta basilical: la Catedral de San Vicente Mártir. Sin embargo, la catedral tuvo intervenciones arquitectónica hasta el siglo XVIII. Sorprende que un lugar tan pequeño como es esta localidad, fuera sede episcopal y lo fue hasta el siglo XII, en qué la sede pasó a Lérida/Lleida. Fue catedral, porque allí tuvieron su sede varios obispos. Ahora esta antigua catedral es simplemente iglesia y se localiza en la Plaza Mayor de Roda de Isábena.

 
 

Nuestra visita a Roda de Isábena se debía a que queríamos ver esta localidad, declarada Monumento Nacional en el año 1988, así como la excatedral y sobre todo su portada y la cripta central que está bajo el altar mayor. Allí en la cripta está el sarcófago de San Ramón. El sarcófago representa escenas la infancia de Jesús. También, hay tallas de los evangelistas y la figura de san Ramón. Este sarcófago es una pieza delicada y bien conservada, de hecho aún mantiene restos de su pintura original. 

 
 

En la iglesia de San Vicente mártir, se ofertaban visitas guiadas y preferimos recorrerla con una guía.

La guía nos explicó que esta antigua catedral se edificó sobre una construcción anterior. De ahí, su porte austero. Asimismo, nos comentó que la desamortización y el posterior saqueo por Erik El Belga, la despojó de muchas de sus obras más importantes. 

 

De todas formas, aún quedan en su interior piezas y obras de incalculable valor, que merecen una visita. Como el sarcófago en piedra bajo el altar mayor, y el bonito claustro de planta rectangular con un patio central. Rodea este patio central, una galería con columnas estilizadas con arcos de medio punto. Se reutilizaron para los arcos y los capiteles de las columnas lápidas con epígrafes funerarios, también algunos capiteles se esculpieron con motivos vegetales o geométricos. 
No defrauda ni Roda de Isábena, ni el paisaje que le rodea. Se trata del típico paisaje de montaña de la zona de los pre-pirineos. Una paisaje verde, abrupto y escarpado con altos picos montañosos en la lejanía.