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25 diciembre, 2018

Cabeceiras de Basto, un buen lugar para vivir


Cabeceiras de Basto es una animada población portuguesa que forma parte del distrito de Braga.

  

Se vive bien en Cabeceiras de Basto. No dispone de un centro histórico extenso y bien conservado como Guimerães, sin embargo, sí dispone de buenos comercios, excelentes restaurantes, estupendos alojamientos, museos, alrededores muy bonitos y un Santuario que da fuerza y vida a esta pequeña ciudad: el Monasterio de São Miguel de Refojos. Construcción que, junto al vecino edificio del Ayuntamiento, constituyen las edificaciones más emblemáticas y espectaculares de la ciudad. Ambas se localizan en la Praça da República que es el centro histórico de la villa y dónde se ubica la escultura-monumento de Basto, la oficina de Turismo y la bonita Casa do Barão con sus mosaicos típicos portugueses y que fue el antiguo Tribunal de Refojos. 

   

El Monumento de Basto de Cabeceiras es una réplica del original. Representa un guerrero lusitano. Estas figuras se solían colocar sobre las sepulturas de algunos guerreros heroicos. También se ha encontrado alguna estatua similar a esta en cementerios gallegos.




Justo detrás del Monasterio, se halla el museo o centro interpretativo la Casa do Tempo.

La Casa do Tempo muestra usos y costumbres de la zona, profundiza en la naturaleza de esa área geográfica y su territorio. Un lugar para comprender mejor el pasado de esta zona. Es un pequeño centro interpretativo, didáctico, sencillo y educativo que ayuda a entender mejor el progreso de esa región portuguesa. Me gustó mucho.

Hemos visitado bastantes veces Cabeceiras de Basto. Es una localidad agradable, limpia y desde la que se pueden hacer muchas excursiones. Además, la gastronomía es excelente y también sus vinos.

   

07 diciembre, 2018

Graus, punto de encuentro

La zigzagueante carretera que pasa por el desfiladero de Olvena, conduce hasta la pequeña localidad de Graus. El desfiladero es impresionante, sobre todo cuando llueve, por la multitud de cascadas que se forman gracias a su orografía de altos acantilados rocosos.


Cuando pasamos por la carretera que bordea el embalse de Graus advertimos que, pese a la lluvia, el embalse estaba a menos de la mitad de su capacidad. Aunque, eso sí, el río bajaba con fuerza, lo cual le confería de un intenso color tierra. Seguro que en los Pirineos llovía mucho más. Supongo que el embalse se colma con el deshielo de las nieves de los Pirineos en Primavera, sobre todo, cuando confluyen las aguas del río Ésera y del Isábena

Aparcamos en el centro, fácilmente, porque estábamos fuera de la temporada alta, pero estoy segura que debe ser complicado aparcar allí en otras épocas.

Graus es una población animada, con comercios de todo tipo. Es famosa su “torteta” y su longaniza. Es tan importante y famoso su embutido que existe hasta una feria de “tortetas” (también conocidas como “coquetas”). Embutido típico de la zona conocida como La Franja.


   

La situación geográfica de Graus, entre los montes de Peña del Morral y Las Forcas y a pie del embalse la hacen muy interesante. Evidentemente, no solo por las muchas excursiones que desde allí se pueden hacer sino también por el paisaje que la rodea, típico del Prepirineo.

   

La villa ha sido siempre un punto de confluencia territorial e histórica, un punto de encuentro.

Su casco viejo fue declarado Conjunto Histórico en 1975. Por descontado, su centro histórico es el espacio urbano más bonito de Graus.


Hace años, Graus estaba amurallada. De esta muralla aún quedan en pie tres puertas de entrada a la ciudad vieja: la de Chinchin, Linés y Barón. Sin embargo, lo más destacado de su centro histórico es la bonita plaza Mayor. Rodeada de coloristas edificios construidos sobre soportales con columnas exentas o arcos en piedra (algunos de medio punto y otros ojivales). Algunas fachadas de la plaza Mayor, como las casas Heredia y Barón, están ornamentadas con pintura decorativa.


Si quieres contemplar unas vistas espectaculares debes subir a la basílica de la Virgen de la Peña. Edificio renacentista del siglo XVII, que se halla en la Peña del Morral, aunque sus orígenes fueron románicos y góticos. La Basílica cuenta con un claustro barroco con un mirador al valle y un antiguo hospital que sirvió de residencia a obispos.

18 noviembre, 2018

Montañana, aldea escondida

Pese a que la previsión del tiempo anunciaba lluvias, el día se despertó sin nubes. Un tranquilo día de otoño, con los árboles en tonos castaños y rojizos y un leve olor a leña quemada. Desde Benabarre, por la N230, pusimos rumbo al pequeño núcleo urbano medieval de Montañana, en la Ribagorza aragonesa. Dejamos atrás Puente de Montañana y cogimos el desvío hasta Montañana. Hasta llegar al enclave, la carretera es estrecha pero nada complicada. Aparcamos sin ninguna dificultad, porque estábamos prácticamente solos. Solamente un par de vehículos esperaban a sus dueños en el aparcamiento.


Recorrimos el pueblo en solitario. Únicamente, se oía el canto de los pájaros, algún que otro ladrido de perro y el agua del río. Un pueblo que te traslada al medievo, si no fuera por algunas antenas y los cables eléctricos. Por lo demás, la piedra es la base de todo. Una piedra tosca, tanto en el empedrado suelo como en las casas. Una piedra que ha vivido siglos.


Montañana fue declarado pueblo Histórico Artístico de Bien de Interés Cultural en 1984. Supongo que en verano las vacías calles de Montañana se llenan de habitantes de segunda residencia y de turistas que la visitan. Aunque, ahora, en otoño, está casi vacío, casi fantasmagórico.


Hace siglos, fue un núcleo amurallado, aún quedan restos de las murallas y de las puertas de entrada. Corona el núcleo urbano la bonita iglesia románica-gótica de Santa María de Baldós. Iglesia con planta de cruz latina y bóveda de cañón.

  
        


La localización de la iglesia no puede ser más impresionante. Se sitúa sobre una empinada colina, entre el barranco de San Miguel y el barranco de San Juan. Subir a ella en peregrinación debía ser todo un acto de fe, porque por su acentuada inclinación supone un notable esfuerzo llegar a hasta ella. Las vistas desde esta iglesia son de 360 grados. Unas vistas aéreas muy bonitas.

 

Está construida sobre restos de una iglesia anterior: la de San Martín.

Evidentemente, solo por ver la Portada de la iglesia de Santa María de Baldós ya merece la pena llegar hasta ella. En la portada, vemos 6 arquivoltas con columnas y capiteles historiados. En el tímpano está esculpido un Pantocrátor o Cristo en Majestad dentro de una mandorla sostenida por dos ángeles. El dintel del tímpano lo sostienen dos capitales también esculpidos. Uno de ellos aún tiene restos de policromía.



   

Desde la colina, se divisa a sus pies la ermita de San Juan, situada en el barranco de San Juan. Una pequeña iglesia románica del siglo XII-XIII. Y la torre-cárcel del siglo XI. Una torre, de unos 12 metros de altura y 4 pisos, que se conserva en buen estado.

03 noviembre, 2018

Pantano de Pena

 

El Pantano de Pena está situado a apenas 3 kilómetros de Beceite y a unos 8 kilómetros de Valderrobres, en la provincia de Teruel.




Esta presa se construyó en los años 30 para estancar y recoger el agua del río Pena. El agua de este embalse sirve sobre todo para uso agrícola. En verano, acoge la práctica de distintos deportes acuáticos.


Los picos de Punta la Umbría, la Caixa y Tormos, rodean este enclave.



Se llega al embalse por una estrecha carretera que en algunas zonas está asfaltada y en otras es de tierra. Nosotros fuimos en Primavera. El pantano estaba rebosante. En esa zona, unos días atrás había llovido muchísimo.

El trayecto alrededor del pantano es muy agradable de recorrer, y más en Primavera. Disfrutamos recorriéndolo de principio a fin. Para nosotros, esta es la estación ideal para ver en toda su plenitud el Pantano de Pena.





El campo estaba verde y repleto de flores. Las hierbas aromáticas en plena culminación floral, sobre todo el tomillo, la retama y el romero.




Por el sendero que recorre, en paralelo, el pantano puedes caminar o ir en bicicleta, y si hace calor la sombra de los altos pinos te protegerá.




Cuando llegas al final del camino, una bifurcación te indica la ruta a seguir por un camino rural. A la derecha, atravesando un túnel llegas hasta un bonito valle y más allá de él, a los pueblos de Peñarroya de Tastavins y de Fuentespalda. Si coges el camino de tu izquierda, llegarás hasta la ermita de San Miguel de Espinalva, situada en Els Ports de Beceite, aunque siguiendo una pista forestal anexa también puedes llegar a Peñarroya de Tastavins y a Fuentespalda.