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27 junio, 2019

Medinaceli, historia y cultura

Durante siglos, la privilegiada localización en un altozano de Medinaceli ha favorecido su importancia histórica. Fue sede romana, musulmana y también ducado durante un largo periodo histórico.


Nunca antes habíamos visitado Medinaceli. Un compañero de trabajo me aconsejó que la visitara. Agradezco su consejo. Nos gustó mucho. El tiempo sereno, con un intenso sol invernal nos ayudó a poder realizar largas caminatas. Al hacer la visita entre semana, la villa nos pareció desierta. Un lugar anclado en el tiempo y disponible solo para nosotros. ¡Algo inaudito!... y muy romántico.

      
     
      


Aparcamos cerca del convento de Santa Isabel, fundado por la Orden de Las Clarisas en el siglo XVI. Este es el único convento que se mantiene en activo de los cuatro que tenía Medinaceli. El edificio está muy bien conservado. El último día adquirimos dulces elaborados por las monjas que allí viven. Dulces muy ricos; tan buenos que después nos arrepentimos de no haber comprado más.


Tras dejar la maleta en nuestro alojamiento nos apresuramos a dar una vuelta. Teníamos ganas de contemplar el famoso Arco Romano de Medinaceli, el único que se conserva en España de triple arcada. Posiblemente, se edificase en el siglo II como entrada al recinto amurallado. Seguramente, los carruajes entraban por la puerta principal, mientras que las dos puertas más pequeñas servían para la entrada a los peatones. De la muralla que rodeaba la villa quedan solamente restos, así como restos de una muralla posterior a la época romana y la Puerta del Mercado. 

La gran importancia de esta villa en época romana también queda patente por sus mosaicos. Vimos uno a cielo abierto en la plaza de San Pedro y otro muy interesante que se trasladó de su ubicación original tras unas obras y que en la actualidad se encuentra en la Fundación DeArte en la plaza Mayor.


Cerca del Arco Romano está el Castillo de Medinaceli. Esta fortaleza se alzó sobre una Alcazaba árabe en el siglo XIV para reforzar sus defensas. De planta rectangular, cuenta con 3 torreones circulares y una Torre del Homenaje de planta cuadrada.


Después de comer muy bien, nos dimos un paseo por la villa. Nos impactó mucho la gran plaza Mayor con soportales. Preciosa y vacía. Daba una sensación extraña de lugar especial, fuera de lo común. Nos pareció un privilegio poder disfrutar de esa sensación de exclusividad, reforzada por  el silencio que nos envolvía.


Visitamos el Aula Arqueológica situada en un edificio de la plaza Mayor y el Palacio Ducal, en la actualidad un centro de arte contemporáneo, que contiene las obras de la Fundación DeArte y que también exhibe el fantástico mosaico descubierto en una excavación del antiguo foro romano. 

La restauración del Palacio Ducal de Medinaceli fue complicada, porque el edificio estaba muy deteriorado por el paso del tiempo y la extrema climatología de esta zona. De planta cuadrangular, cuenta con dos pisos de altura y con un patio central con arcos de medio punto y columnas robustas de estilo dórico.

Dentro de este palacio se realizan diferentes actividades artísticas: exposiciones, conciertos, representaciones teatrales, etc. La entrada me pareció económica y la visita interesante. No obstante, la entrada a el aula arqueológica era gratuita.


De Medinaceli nos gustó todo, incluido su antiguo núcleo urbano. Cualquier estrecha calle o callejuela desembocaba en una plaza o plazuela: la de la Cárcel, la de la Iglesia, la del Obispo o la del Beato Julián.  


Igualmente, nos pareció muy interesante la zona de los arrabales donde vimos el Nevero medieval. En este espacio se almacenaba la nieve en invierno para usarla en época veraniega.

Medinaceli tiene mucho que ofrecer. Historia y cultura.

09 junio, 2019

Trujillo monumental

El día despertó con una niebla espesa. No se veía nada mientras atravesábamos los Llanos de Cáceres. La conducción se hacía complicada, pero justo antes de llegar a Trujillo, la niebla se esfumó cómo por arte de magia. Ante nosotros de divisaba la imponente ciudad de Trujillo sobre una colina, la del Cerro Cabeza de Zorro. 


No tardamos en localizar el parking de nuestro alojamiento.
Después de dejar las cosas en la habitación, en el Eurostar Palacio de Santa Marta, nos apresuramos a conocer Trujillo. No había ni una sola nube. El cielo estaba de un azul cobalto y el sol apretaba, cosa inusual en invierno. 

 
 

La parte antigua de Trujillo es asombrosa. Está cuidada y en cualquier rincón puedes descubrir un palacio, un convento o una iglesia. Su rico pasado romano, visigodo y morisco ha dado forma a la ciudad de intramuros. 
La Fortaleza o Alcazaba que corona el Cerro Cabeza de Zorro es de época califal, aunque construida sobre restos anteriores, seguramente romanos. No te puedes perder las vistas que se pueden contemplar desde allí. Son panorámicas. Además, obtendrás mejor visión de los campanarios de las iglesias. Algunos están coronados por grandes nidos de cigüeñas.


De su muralla medieval se mantienen bien conservadas cuatro imponentes puertas: la Puerta de la Coria, la de San Andrés, la de Santiago y la del Triunfo.

Tras el paso de las Órdenes de Alcántara, Santiago, el Temple y los Hospitalarios se amplia la ciudad y define más aún su vasto territorio. Tras el regreso de exploradores y conquistadores como los hermanos Pizarro, los Orellana o de los linajes militares cómo los Chaves-Mendoza, la construcción de Palacios, Casas Señoriales o Casonas con sus emblemas y blasones tanto en intramuros como en extramuros, dará a Trujillo un esplendor arquitectónico que perdura hasta hoy en día. 




Construcciones arquitectónicas espectaculares como el Palacio de la Conquista en la plaza Mayor, la Casa-Fuerte de Orellana, el de la Casa Señorial de Pizarro convertido en Museo, el Palacio de Chaves reconvertido en hotel, el Palacio de los Marqueses de Santa Marta, también transformado en hotel, el impresionante Alcázar de los Bejarano o el Convento de La Coria reformado como sede para albergar la Fundación de Xavier de Salas.

 
 
 

Perderse en el casco histórico de Trujillo es lo mejor que te puede pasar porque de esta manera es difícil que te descuides y te quedes sin ver lo más interesante de la ciudad. Rincones y callejuelas que desembocan en pequeñas plazoletas con espectaculares edificios en piedra de los que asoman árboles, jazmines y buganvillas.

 
 

Aunque dimos vueltas y vueltas por Trujillo, al llegar a nuestro alojamiento nos dimos cuenta que todavía nos quedaban edificios históricos por descubrir. Conventos e iglesias que no habíamos visto o que no habíamos podido acceder a su interior por estar cerrados. Así que, nos hemos planteado regresar a Trujillo para disfrutar de la grandiosidad de su plaza Mayor y gozar otra vez de la belleza de la ciudad, además por supuesto, de explorar lo que nos quedó por conocer en este viaje.