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07 septiembre, 2021

Evia, la isla de los contrastes

Me resulta complicado escribir sobre mi viaje a Eyboia. El fuego que comenzó el sexto día de mi estancia en la isla, cambió radicalmente, cualquier percepción o experiencia posterior. En Eyboia, el fuego arrasó un inmenso, hermoso y tupido bosque. Devastó todo y nos cambió a todos.



Dicen que Grecia tiene unas 6.000 islas. De todas ellas, solamente un centenar están habitadas. Me faltan años y años para conocer unas cuántas más. Por esta razón, este año con la pandemia aún en danza decidimos ir a una isla poco visitada y a la que se pudiera acceder en coche. Elegimos Eyboia, Eubea o Evia como se le conoce fuera de Grecia. Esta isla también ha detentado, en periodo de dominio veneciano, el nombre de: Negroponte.



Eyboia, o como se le quiera denominar, es la sexta isla más grande del Mediterráneo y la segunda más grande de Grecia después de la isla de Creta. Posee paisajes totalmente diferentes. El norte, dónde pasamos 10 días, es más boscoso, tupido, fértil y con infinidad de diferentes matices de verdes. El sur de la isla, sobre todo por la zona de Karystos, es más agreste y árido. En las playas del norte los árboles llegan hasta la orilla, en la zona del sur es más difícil encontrar, en verano, buenas sombras para protegerte del sol.


Dividimos el viaje en este/oeste y norte/sur. Así podíamos hacernos una idea mejor de la isla.

Llegamos a Chalkida, capital de la isla, desde el aeropuerto. Una autopista que une Atenas con Thesalonika dispone de salida a Chalkida. La autopista E75 así como la 1, te llevan a Eyboia.


Chalkida, la capital, es caótica y populosa. Pero según nos alejamos de ella, el paisaje toma fuerza. La carretera discurre entre altas montañas y profundos bosques. Tras el incendio se ha perdido una gran cantidad de masa boscosa. No sé qué se habrá podido salvar, porque este siniestro duró muchos días y las llamas eran enormes. Una pira gigantesca y terrorífica. Además, toda Grecia y Turquía estaban en alerta por altísimas temperaturas, con diferentes focos de fuego.

Nuestro primer destino fue la bonita playa de Agia Anna. Una larguísima playa, con forma de media luna, de 7 kilómetros de longitud, de aguas limpias y con cantos rodados de diversos colores que iban del gris al negro pasando por los marrones y granates. Altas montañas rodean este enclave y la llanura entre la playa y estos montes es especialmente fértil.


Nosotros vimos por primera vez el incendio, cuando ya estábamos instalados en nuestro segundo destino: Rovies. Aunque, allí solamente pudimos pernoctar una noche, porque la policía nos desalojó del hotel y nos indicó que fuéramos hacia el norte, a Edipsos. Camino al sur, la carretera hacia Limi ya estaba cortada. Como el desalojo fue masivo, decidimos ir más al norte de la ciudad de Edipsos. De esta forma, era más probable encontrar alojamiento. Finalmente, el resto de nuestra estancia, en esta zona  de la isla, la pasamos a 14 kilómetros de Edipsos, en Gialtra.



Al principio, nadie se podía creer que esa columna de humo, que era pequeña, no se pudiese controlar. Según pasaban las horas, empezó a crecer y crecer y finalmente se transformó en un monstruo destructor. 

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