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28 octubre, 2020

Arraiolos y la alfombra mágica

Arraiolos se asienta en la colina más alta de un territorio bastante llano. Desde Évora por la N114 y la R379 no se tarda mucho en arribar hasta Arraiolos. La carretera es bastante buena y no tiene mucho tráfico. 


Fuimos a Arraiolos atraídos por su fama. De hecho, las alfombras (tapetes) de Arraiolos son muy conocidos. Existe documentación de la fabricación artesanal de estas alfombras desde el siglo XV. Si quieres saber más o ver las colecciones de alfombras de Arraiolos acércate a ver su museo: Centro Interpretativo do Tapete de Arraiolos. Sus alfombras son mágicas. 



Lo primero que ves al llegar a Arraiolos es la imponente muralla del Castillo y coronando la cima de este enclave: la Iglesia do Salvador (también conocida como N. S. do Castelo). 
Es un Castillo-Palacio construido a principios del siglo XIV. La planta de la gran muralla este castillo tiene forma circular. De la muralla se mantiene la Porta da Vila y la Porta de Santarém. 


También, se encuentran bien conservadas: la Torre del Homenaje y la Torre del Reloj. Del antiguo palacio solamente quedan restos de sus muros y alguna puerta con su arco medieval en piedra.

      
      

Para visitar el Castillo has de subir por unas inclinadas callejuelas o por una gran escalera. Desde las murallas la vista del Alentejo y de la ciudad son fantásticas. Dignas de ver, sobre todo si hace unos días tan despejados como nos hizo a nosotros. 

    
   

Tras ver el castillo fuimos a la ciudad. Nos dimos cuenta rápidamente que la mayoría de calles tienen una fuerte pendiente. Bajarlas no está mal, pero subirlas cuesta bastante. Por esa razón nosotros subimos por la gran escalera que conduce a la Porta de Santarém y bajamos por las rua do Castelo hasta la plaza de la Cámara municipal. También tienen una fuerte pendiente la Travesa do Castelo y la rua do Quebra Costas o cualquiera perpendicular. Para pasear lo mejor son: la rua de Santo Condestável o el Largo Cap. José Cravidão o cualquier otra paralela a la muralla.


Arraiolos dispone de un gran centro histórico alrededor su castillo y una zona de nueva construcción con limpias urbanizaciones. En total viven allí unas 3.500 personas. 

     
     

Visitamos Arraiolos dos veces. En ambas aprovechamos para comer en su excelente restaurante Alpendre. No le podemos poner ni una pega. Limpio, bonito, calidad y buen servicio. Para repetir otras dos veces más o las que hagan falta. 

11 octubre, 2020

Parga, la perla del Epiro

Hemos ido tres veces a Parga. En las dos primeras salimos huyendo. Fueron unas visitas fugaces. Encontramos kilométricas colas de vehículos para llegar al centro de la población. Sin embargo, llegamos a aparcar bien, en un parking privado. No queríamos dar más vueltas.


Las dos primeras veces se nos hizo de noche mientras paseábamos por el abarrotado centro de la ciudad. Era agobiante. En esta ocasión decidimos ir a primera hora de la mañana. Además, al estar cerradas las fronteras del norte de Grecia, contábamos con que no habría tantos turistas de los Balcanes como suele haber por esta área. No nos equivocamos.


El Epiro tiene playas paradisíacas que atraen a sus vecinos del norte. También, a italianos, holandeses y alemanes. Este verano 2020 fue un verano extraño, diferente. No había tantos viajes programados y la población tenía una rara sensación por dejar sus casas. 


Parga estaba irreconocible. Serena, tranquila, sin aglomeraciones. Seguramente, la mayoría de los hoteles estaban al completo, pero a esa hora de la mañana, casi no lo parecía. 


En el lugar más estratégico de Parga, sobre una colina a pie de mar, los venecianos construyeron una fortaleza para repeler los continuos ataques por mar y tierra que sufría la zona. Parga se desparrama desde los muros de esa fortaleza hasta el mar.


La población se extiende como en un anfiteatro. Como Cudillero, pero mucho más grande. Aunque, de la misma manera que allí con las casas que miran al mar. Se le parece, pero Cudillero es más diminuto y Parga más colorista y oriental.  


Sus callejuelas estrechas y sinuosas están repletas de macetas con flores y comercios de todo tipo. El paseo Anexartisias estaba vacío, aunque las tabernas y los restaurantes empezaban a abrir sus puertas. Desde la zona de Grigoriou Lambraki uno tiene una perspectiva diferente del puerto de Parga. 

 
 

En el puerto, salen barcos a las playas de Lichnos y Sarankiniko y a las islas de Paxos y Antipaxos. En la parte opuesta al puerto, unos islotes que parecen mogotes cierran la playa de Kryoneri, la playa urbana de la ciudad. En uno de estos islotes, en Panagia, hay dos pequeñas capillas. Te puedes acercarte a ellas, simplemente nadando.


Mientras Parga empezaba a despertarse y tras darnos un refrescante baño, partimos dirección sur, hacia la bonita playa de Lichnos.