Buscar este blog

25 junio, 2021

Sevilla, a callejear

A principios de Junio, fui a Sevilla. Hacía muchos años que no visitaba esta ciudad y eso que allí viven familiares muy queridos. Hermana y sobrinas. Llegué en avión. Las compañías aéreas volvían a operar más o menos con normalidad, es más, diría que aún mejor y sin retrasos.


Me habían advertido del calor que hacía en Sevilla, y tuve suerte porque hubo unos días de tregua y no hacía un calor sofocante, al contrario, en algunos momentos me tuve que cubrir los brazos.

Mi alojamiento estaba situado muy cerca del mercado de Feria y del Paseo de la Alameda. En realidad, cerca de todo lo más interesante. Me gusta caminar. Callejear. Eso hay que tenerlo en cuenta, porque las distancias no son iguales para una persona que le agrade caminar que para otra que no le guste. Siguiendo por la calle Feria o por San Luis llegaba en un momento al centro. Andando un poquito más llegaba a Triana, a la Catedral o a los Jardines de Murillo.


El barrio dónde se halla el apartamento es un barrio popular, familiar, muy agradable, con bares para tomar un buen desayuno o unas tapas y sin embargo, es tranquilo por las noches. Seguramente, porque está lejos de la ruta de bares o de los pubs, en una calle casi sin tráfico. Temprano a primera hora, este barrio respira una animada actividad con el mercado abriendo sus puertas, comercios de todo tipo, bancos, bares y farmacias. Durante mi estancia en este barrio, por las mañanas, compraba churros calientes en la sencilla churrería La Esperanza, en la calle Feria. Estaban muy buenos.


 
 

Mi alojamiento era un apartamento llamado Feria Palace Apartment que está situado en un rehabilitado y reconstruido edificio del siglo XVIII. Ideal para una persona sola o para parejas sin o con niños pequeños. Tranquilo y limpio. Era un remanso de paz, tras el bullicio de las animadas calles. También, era fresco. No necesité poner en marcha el aire acondicionado.


 
 

Muy cerca del alojamiento se localiza el Palacio de los Marqueses de la Algaba. Un edificio civil del siglo XV, en estilo mudéjar, que quería conocer. La entrada es gratuita. Es propiedad del Ayuntamiento. El edificio estaba en ruinas, sin embargo, ahora se halla rehabilitado y se puede visitar. Sigue siendo una construcción impresionante. Se distribuye en tres plantas, dos de ellas alrededor de un bonito patio central con altos arcos. Alberga un pequeño museo o centro explicativo sobre el arte mudéjar y varias salas de conferencias o de actos.


 
 

Delante justo del Palacio de la Algaba se halla el mercado de Feria y la Real Parroquia de Omnium Sanctorum. Iglesia del siglo XIII de estilo gótico-mudéjar que ha resistido, aunque con varias reconstrucciones y rehabilitaciones, al tiempo y las guerras. No muy lejos podéis ir a ver la Alameda, el Real Monasterio de Santa Clara, la Puerta y la Iglesia de la Macarena y las antiguas murallas de la ciudad.



Quise conocer el Real Monasterio o Convento de Santa Clara. Se podía visitar, aunque no todas sus dependencias. Es un edificio del siglo XIII con grandes reformas efectuadas en el siglo XVIII. Se construyó sobre otro edifico almohade, el Palacio de Don Fabrique del que únicamente queda la Torre de Don Fabrique. Quería ver esta torre, pero justo esta área estaba cerrada por obras de restauración. Actualmente, todo esta edificación es propiedad del Ayuntamiento y es una construcción tan grande que la rehabilitación se hace por fases. La zona habilitada en la actualidad se la conoce como Espacio Santa Clara. En él, se realizan eventos culturales, conferencias y además dispone de una sala dedicada al pintor sevillano Luis Gordillo. Con una exposición permanente de la obra de este artista.



También, quería visitar el Parlamento andaluz, antiguo Hospital de las 5 Llagas o Hospital de la Sangre, pero no tuve tiempo y cuando pude, era domingo y estaba cerrado. Así que, lo tengo pendiente para una próxima visita. Sin embargo, sí que conocí la Basílica de la Macarena y su puerta. La iglesia es de estilo neobarroco y su construcción data de mitad del siglo XX. Ésta contrasta con el auténtico Barroco del siglo XVIII de la Iglesia de San Luis de los Franceses que se localiza en el número 37 de la calle San Luis. En Sevilla, de iglesia a iglesia te puedes pasar el día.


 
 
 
Sevilla es tan monumental y su patrimonio para restaurar es tan inmensurable que el Ayuntamiento necesitaría un presupuesto enorme, gigante para acometer las restauraciones de sus edificios históricos o más emblemáticos. Además, de otra partida inmensa para conservar y mejorar sus barrios más humildes y necesitados y de esta manera proteger precisamente, a quién más lo requiere.

10 junio, 2021

El Santuario de Nekromateion, en el Epiro

Entre la ciudad de Preveza y Parga, en el fértil valle del río Aqueronte (traducido como el río del dolor), se localizan antiguos asentamientos. Uno de ellos se sitúa cerca de la localidad de Mesopotamos, pequeño pueblo cercano a la gran playa de Ammoudia. El río Aqueronte dio pie al culto de Hades, dios del inframundo, con su culto al oráculo de Nekromation. Los vivos iban en peregrinación para contactar con los difuntos. Actualmente, este valle y gran parte del río están canalizados, pero seguramente hace siglos debía ser un lugar pantanoso e insalubre, repleto de mosquitos.



A mediados del siglo XX, en 1958, el arqueólogo griego Dakaris realizó unas excavaciones en una loma cercana a Mesopotamos. Dichas excavaciones sacaron a la luz un valioso complejo del período helenístico de finales del siglo IV AC. La forma laberíntica de este complejo y sus múltiples estancias alentaron a Dakaris a interpretar este lugar como el Santuario de Nekromateion. Estos hallazgos se identificaron con el santuario que albergaba el oráculo de los muertos. Y aunque, existen estudios posteriores de estos hallazgos con una interpretación muy diferente a la de Dakaris, se mantiene la interpretación de éste.





El complejo de Nekromateion está vallado y como cualquier otro recinto arqueológico, como el de Delfos, Micenas o el de Epidauros, se abona una pequeña cantidad para verlo. No es muy grande, ni en tamaño ni en espectacularidad como son los de Epidauros, Delfos o el de Micenas, pero sin duda merece la pena visitarlo. Nosotros fuimos por la tarde y estaba cerrado, así que regresamos a la mañana siguiente. Su localización permite contemplar la fertilidad del terreno y la grandeza de las montañas que lo rodean: la del Tsoukka, Tourla o del Psili Koryfi. Así mismo, posibilita pasar un buen rato contemplando los vestigios arquitectónicos del pasado, con unos laberínticos muros de grandes piezas en roca talladas con formas que recuerdan a otras micénicas. También, puedes ver y visitar la pequeña iglesia (edificada siglos más tarde en este mismo lugar), además de disfrutar del recorrido circular entre árboles, ver del pequeño museo y las vasijas desparramadas entre diferentes estancias. Pero sobre todo lo demás, destaca el Palacio de Hades y Perséfone. Esta obra o construcción es un espacio subterráneo abovedado con 15 arcos perfectos y el suelo en roca viva. Se trata de una singular y gran galería curvada. Se cree que los peregrinos que visitaban este enclave, tras un ritual iniciático eran conducidos hasta la entrada al submundo, hasta esta gran sala profunda del subsuelo.





Después de la visita a Nekromateion, nos animamos a visitar de nuevo Efira y bañarnos en las aguas frías del río Aqueronte (aguas revitalizantes que apetecen en pleno agosto griego). Tras el baño en el río, acabamos el día sumergiéndonos en el mar Jónico, en concreto en la playa de Ammoudia. Después de bañarnos en el frío río Aqueronte, entre la espesura y la umbría de los árboles y helechos, el mar Jónico nos pareció templado, caliente, diría que hasta caribeño.