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19 mayo, 2019

Korfos, final del trayecto

La llegada a Korfos no pudo ser más desesperante. Era mediodía. Hacía mucho calor y delante de nuestro coche había una larga fila de coches que iban o bien en busca de playas de los alrededores o camino a Epidauros o Nafplio.


Veníamos de Lefkada y allí la vegetación diversa, poblada y el viento constante hace que la temperatura no sea tan extrema.

Al salir del coche notamos una fuerte bofetada de calor. Aquello parecía un horno. Ni siquiera soplaba algo de brisa y el espacio prácticamente cerrado de la bahía de Korfos no contribuía a disminuir nuestra sensación de agobio.



Cuando el sol se ocultó, pudimos comprobar cómo era en realidad Korfos. ¡Era encantador!. 

Se extiende a lo largo de su costa. No tiene excesivas construcciones y desprende un aire calmado, de fin de trayecto.


Nuestro alojamiento, Belvedere suites, era perfecto para pasar unos días. Estaba cerca de todo. Era un apartamento de nueva construcción. Nuestra habitación tenía unas fantásticas vistas al mar, aunque los cables de la luz afeaban un poco la bonita panorámica.

Korfos se puede recorrer de punta a punta andando. Eso sí, siempre fuera de la hora de máximo calor. Es un sitio animado a la vez que tranquilo y familiar. La gente se saluda. Se para hablar. No tienen prisa. Ellos marcan su ritmo que tiende a ser contemplativo. 

  
 

El paisaje que rodea a esta localidad es montañoso con pequeños pinares y matorrales típicos mediterráneos. Las casas son de media altura. Cuidadas. Limpias. La mayoría con bonitos jardines mediterráneos que huelen a jazmín. Dispone de un pequeño puerto lleno de catamaranes que conviven con los pequeños barcos pesqueros.      
   
   
 

La zona del baño está alejada del puerto. En las playas, se han habilitado unas áreas con sombrillas y parasoles para que la gente se bañe lejos del puerto, disfrute del mar y socialice con sus vecinos.


Un pequeño paseo paralelo al mar conecta una playa con la otra. No son playas de arena, sino de cantos rodados y grandes bloques de piedras con mucha vegetación marina y pequeños peces. 


En las playas, hay sombrillas y hamacas. Nuestra playa preferida fue la que estaba cerca de un bonito bar de playa. Se llama EXO. Estaba decorado al estilo ibicenco. Ideal para pasar “a cool day”. Con increíble música de blues, jazz y suaves baladas. Música muy bien escogida. No estorbaba en absoluto el ambiente del lugar. Además de cervezas frías y refrescos, servían tapas o comidas sencillas. Así que podías pasar el día tumbado en la hamaca o nadando en el mar de Korfos.

   

Korfos fue sin duda el mejor final de trayecto de un viaje perfecto a Grecia. No se puede pensar en un sitio mejor para el relax de final de viaje.