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21 septiembre, 2021

Paralia Agia Anna, la hospitalidad y el relax


Camino hacia nuestro primer destino en Evia, la playa de Agia Anna (Agali), la carretera que transita entre las poblaciones de Prokopi y Mantudi, dirección a Edipsos, discurre por ancestrales bosques verdes brillantes. Vibrantes. Frondosos, con altos pinos, abetos, arces, laureles, cipreses, algarrobos, esbeltos olivos, tamariscos o higueras. Un concierto campestre.


Paralia Agia Anna, es una playa espectacular, salvaje y auténtica. Una playa larga, con forma de media luna. Una parte está más urbanizada que otra. Hacia el sur, la playa no presenta prácticamente construcciones de ningún tipo. Solamente, dunas costeras de tierra y arena, salpicadas por verdes plantas que sirven como barrera para el viento y que ayudan a facilitar la acumulación de la arena. De esta forma, se mantiene una óptima regeneración de las dunas, unos ecosistemas frágiles. Altas montañas rodean este enclave proporcionando una panorámica especialmente única.


Fue una experiencia gratificante contemplar, durante los seis días de nuestra permanencia por esa zona, una biodiversidad como la que pudimos ver antes del incendio. Desgraciadamente, también fue una experiencia, en este caso negativa y muy triste, vivir lo destructivo que resulta el fuego. En el norte de Evia, las pérdidas han sido enormes. El medio de vida agrícola y ganadero, así como todo lo relacionado con el turismo ha quedado tocado de muerte. En la isla, muchas familias dependen del turismo y también de su rica agricultura y ganadería.




Antes del incendio, durante nuestra estancia en Agia Anna, realizamos numerosas excursiones y siempre nos emocionaba contemplar su maravilloso paisaje. Visitamos la playa de Pilio, de Melissi, Achaldi (Fragkaki), Kotsikias, RodakiVasilikia y la de Agios Nikolaos en Ellenika. Todas ellas fantásticas y rodeadas de zonas boscosas. La temperatura en esos días pasaba de los 40 grados. Con ese calor, sobre todo buscábamos una sombra y estar en el agua. Por las mañanas, nos gustaba nadar en una vecina playa a Agia Anna, Fragkaki. Una carretera estrecha conducía desde Agia Anna, pasando por las pequeñas playas de Sarakiniko, Agios Vasileios y Melissi, hasta la bonita y tranquila playa de arena y pequeños guijarros de Achladi (Fragkaki).



Nos alojamos en el hotel Verano Apartments. Un alojamiento de nueva construcción muy cerquita de la playa. Bonito, cómodo, limpio, práctico, con una amplia terraza. Para repetir. Nos gustó mucho. Se podía ir andando hasta el paseo paralelo al mar. Fue divertido recorrer este paseo y tomar algo en uno de los muchos restaurantes que hay a pie de playa. Es una gran playa, pero sobre todo es una playa familiar. A última hora de la tarde, se llenaba de jóvenes que se acercaban a practicar cualquier tipo de deporte: voleibol, palas, paddle surf, kayak o fútbol. Cuando el sol se ponía, el paseo se llenaba de gente que iba a cenar y después a caminar un poco, dado que por las noches la temperatura bajaba algunos grados y resultaba muy agradable vagar bajo las estrellas.




La traumática experiencia de ver un gran incendio, me hace reflexionar en que debemos tomar conciencia de la importancia, ineludible, del cuidado de nuestros bosques. Son nuestro presente y nuestro futuro. Seguramente, hace muchos, muchos siglos, Grecia y otros países mediterráneos debían ser unos vergeles. Bosques infinitos que las altas temperaturas, el descuido y el abandono de los bosques y las tierras, la mano del hombre, la codicia, la sobreexplotación y otras muchas causas acabaron poco a poco con esas extensas arboledas. Una floresta rica y variada de la que cada vez queda menos constancia.

07 septiembre, 2021

Evia, la isla de los contrastes

Me resulta complicado escribir sobre mi viaje a Eyboia. El fuego que comenzó el sexto día de mi estancia en la isla, cambió radicalmente, cualquier percepción o experiencia posterior. En Eyboia, el fuego arrasó un inmenso, hermoso y tupido bosque. Devastó todo y nos cambió a todos.



Dicen que Grecia tiene unas 6.000 islas. De todas ellas, solamente un centenar están habitadas. Me faltan años y años para conocer unas cuántas más. Por esta razón, este año con la pandemia aún en danza decidimos ir a una isla poco visitada y a la que se pudiera acceder en coche. Elegimos Eyboia, Eubea o Evia como se le conoce fuera de Grecia. Esta isla también ha detentado, en periodo de dominio veneciano, el nombre de: Negroponte.



Eyboia, o como se le quiera denominar, es la sexta isla más grande del Mediterráneo y la segunda más grande de Grecia después de la isla de Creta. Posee paisajes totalmente diferentes. El norte, dónde pasamos 10 días, es más boscoso, tupido, fértil y con infinidad de diferentes matices de verdes. El sur de la isla, sobre todo por la zona de Karystos, es más agreste y árido. En las playas del norte los árboles llegan hasta la orilla, en la zona del sur es más difícil encontrar, en verano, buenas sombras para protegerte del sol.


Dividimos el viaje en este/oeste y norte/sur. Así podíamos hacernos una idea mejor de la isla.

Llegamos a Chalkida, capital de la isla, desde el aeropuerto. Una autopista que une Atenas con Thesalonika dispone de salida a Chalkida. La autopista E75 así como la 1, te llevan a Eyboia.


Chalkida, la capital, es caótica y populosa. Pero según nos alejamos de ella, el paisaje toma fuerza. La carretera discurre entre altas montañas y profundos bosques. Tras el incendio se ha perdido una gran cantidad de masa boscosa. No sé qué se habrá podido salvar, porque este siniestro duró muchos días y las llamas eran enormes. Una pira gigantesca y terrorífica. Además, toda Grecia y Turquía estaban en alerta por altísimas temperaturas, con diferentes focos de fuego.

Nuestro primer destino fue la bonita playa de Agia Anna. Una larguísima playa, con forma de media luna, de 7 kilómetros de longitud, de aguas limpias y con cantos rodados de diversos colores que iban del gris al negro pasando por los marrones y granates. Altas montañas rodean este enclave y la llanura entre la playa y estos montes es especialmente fértil.


Nosotros vimos por primera vez el incendio, cuando ya estábamos instalados en nuestro segundo destino: Rovies. Aunque, allí solamente pudimos pernoctar una noche, porque la policía nos desalojó del hotel y nos indicó que fuéramos hacia el norte, a Edipsos. Camino al sur, la carretera hacia Limi ya estaba cortada. Como el desalojo fue masivo, decidimos ir más al norte de la ciudad de Edipsos. De esta forma, era más probable encontrar alojamiento. Finalmente, el resto de nuestra estancia, en esta zona  de la isla, la pasamos a 14 kilómetros de Edipsos, en Gialtra.



Al principio, nadie se podía creer que esa columna de humo, que era pequeña, no se pudiese controlar. Según pasaban las horas, empezó a crecer y crecer y finalmente se transformó en un monstruo destructor.