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26 febrero, 2022

Beja, genuina esencia

Beja es la capital del Bajo Alentejo. Se trata de una ciudad no muy grande, rodeada de campos de cultivo de cereales, sobre todo trigo y también de praderas donde pastan las vacas y ovejas.


Aunque conocemos bien el Alentejo, nunca antes habíamos estado en Beja y teníamos ganas de conocerla. Si bien nos imaginábamos una Évora más pequeña, lo que más nos sorprendió fue su carácter: el carácter portugués de Beja es diferente. Sus calles no viven esa animación de Évora, ni poseen tantos comercios, ni tantos alojamientos.

 

En Beja, su monumental centro histórico no está rehabilitado, ni restaurado como el de Évora, Portalegre o Elvas. Sí, existen zonas de la ciudad que están en perfecto estado de conservación como el magnífico e imponente Castillo, pero muchas calles e históricas casas que rodean esta construcción se hallan en un estado deplorable. Semiabandonadas a las inclemencias y al deterioro. Es una pena.

 
 

Hasta la calle peatonal y comercial rua de J.F. de Sousa y la Praça Diogo Fernades de Beja estaban sin vida. Supongo, que muchos habitantes del centro histórico lo han abandonado y se han trasladado a vivir a barrios nuevos dónde es más sencillo vivir cómodamente. 

 
 
 

El castillo de Beja está situado en la parte más alta de Beja. Fue construido sobre un edificio anterior, seguramente romano, a principios del siglo XIV. Sin embargo, ha vivido reformas significativas en el siglo XVI. Su Torre del Homenaje es impresionante, con sus casi 40 metros de altura. Está adosada a la muralla del Castillo y se localiza en el lugar más elevado del recinto amurallado que formaba el castillo de Beja. Este recinto amurallado disponía de 7 puertas de entrada. La Torre del Homenaje cuenta con tres plantas de altura. Posee una cúpula nervada, en el segundo piso, realmente bonita. Desde la cima de la torre, se puede contemplar la vasta extensión de Beja y sus alrededores. Dentro del patio exterior de la torre, se sitúa la Casa do Governador, un edificio que ha sufrido diferentes intervenciones a lo largo de los siglos. Actualmente, alberga una oficina de Turismo.


Me partió el corazón ver el abandono de la bonita Praça da República. Algunos edificios se estaban restaurando pero, en general, todo estaba dejado. Habían abierto supermercados de esos que afectan su entorno. Impersonales y feos. Lejos de los bonitos y antiguos comercios portugueses. En los 4 días que estuvimos en Beja poca gente paseaba o se atrevían a hacerlo.


No obstante, nos gustó conocer Beja y nos gustó nuestro alojamiento en la Pousada de Beja. La austeridad, humildad y la simplicidad marcaban la decoración del gran espacio del Convento de São Francisco, actual Pousada. Era lo que esperas de un convento, sencillez y sobriedad. Aunque, algún mueble más que antiguo, parecía viejo. Sin embargo, nunca antes dormí en unas sábanas tan limpias y agradables como las de nuestra habitación. Eran de algodón de calidad suprema. Además, descansamos sin ruidos, en paz absoluta y los desayunos fueron los mejores de todo el viaje. Un verdadero acierto. Elegimos esta pousada por su buena ubicación cercana al centro histórico. Al lado del Museo Regional (cerrado esos días por Covid) o no lejos del Museo Núcleo Visigótico situado en la Igreja de Santo Amaro (también cerrado durante esos días por Covid). Así que, muchos de los museos que queríamos conocer de Beja, no pudimos por la pandemia.


 
 

Sin embargo, la buena situación geográfica de Beja, nos permitió realizar muchas excursiones: Mértola, Amendoeira, Alcácer do Sal, Cuba, Viana do Alentejo y Serpa. Igualmente, en Beja, fuimos a caminar al agradable Parque da Cidade. Un buen lugar para hacer deporte. Durante todo el día, mucha gente va a correr o simplemente a pasear.

 
 

La mayoría de los restaurantes también estaban cerrados y los que vimos abiertos, no tenían casi clientela. La pandemia ha herido de muerte a infinidad de negocios, que les será muy difícil volver a remontar o volver a la normalidad.
Pese a los inconvenientes y a la situación, Beja nos fascinó por su genuina esencia portuguesa.

10 febrero, 2022

Alcácer do Sal, a orillas del río Sado

Según te acercas a Alcácer do Sal te envuelve una aroma a salitre y a mar. No obstante, no está en primera línea marítima. No es propiamente una ciudad costera, aunque se muestra como tal. El río Sado discurre por la localidad y se puede apreciar que las mareas contribuyen a aumentar o disminuir el olor a mar. Este no está muy lejos, a unos pocos kilómetros. El río parece vacío con la marea baja pero con la marea alta el océano Atlántico entra con fuerza y los márgenes del río se cubren de nuevo de agua, en este caso agua salada. De ahí su intenso olor a salitre.

 

Coronando esta curiosa ciudad se halla el Castillo y la Iglesia de Santa Maria do Castelo o Igreja Matriz. Actualmente, es un alojamiento regentado por la cadena hotelera Pestana: la Pousada D. Afonso II es su nombre. En los bajos de la imponente edificación, se sitúa el Museo Cripta Arqueológica. Puedes llegar allí bien con coche o bien a pie, preguntando a cualquier lugareño que gustosamente te indicará un atajo que pasa por medio de un pequeño y empinado barrio, pero por el que se llega en un momento al Castillo.

   

Antes de subir al Castillo visitamos el Museo Municipal de Pedro Nunes. Un museo peculiar, porque se localiza dentro de una antigua iglesia de más de 500 años de antigüedad, la Igreja do Espírito Santo. De la que mantiene, el altar mayor y dos pequeños altares o capillas incluidas dentro de la misma nave. Todas decoradas con estuco de colores. No sabría decir cuál de ellas es la más bonita. La iglesia, actual museo, presenta planta rectangular, de nave única y así se ha conservado. El espacio no es muy grande, pero sí está muy bien reutilizado.

 
         

En esta colección puedes contemplar piezas cotidianas de los pobladores de la zona (vasijas, ánforas, collares, etc.) y también piezas relacionadas con la guerra, pequeños cuchillos, espadas etc. Es un pequeño museo, aunque muy didáctico y bonito.


Se puede observar, sin ningún género de duda, la importancia que tuvo esta localidad a lo largo de la Historia. El río Sado fue durante siglos una importante vía para el tráfico comercial, sobre todo para la producción y negocio de cereales, sal, pescado y cerámica. En el museo, hay piezas que van desde la Edad de Hierro, pasando por el período de dominación romana e islámica, hasta épocas más recientes. 

 
  

La parte antigua de la población pide a gritos una gran reforma integral. Los edificios son los originales y típicos de la zona, pero la humedad ha deteriorado una gran cantidad de construcciones que necesitan una rehabilitación. Esto supondría una excelente mejora para los habitantes de ese espacio físico que suelen ser personas mayores, con pocos recursos. Es importante restaurar y habilitar los centros históricos para dignificar la vida de los que habitan en ellos. Y no, esperar que se derrumben para después especular.

 
 

Visitar Alcácer do Sal es una muy buena idea. Es agradable. Es divertida y encima dispone de buenos restaurantes y de buenos alojamientos, ya sea hoteles o apartamentos. Primavera, debe ser una época perfecta para conocerla y así disfrutar de sus verdes campos de arroz. Asimismo, está perfectamente situada, cerca de la playa de Comporta, de la península de Troia, la Albufeira de Vale do Gaio, la Albufeira do Pego do Altar y de Carrasqueira con sus palafitos.