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26 enero, 2023

Hervás, auténtica


Nuestro viaje al norte de la provincia de Cáceres comenzó en el valle de Ambroz. Nos alojamos en Hervás, atraídos por la propia localidad y también por lo bien situada que está para hacer excursiones. Pernoctamos 4 días y en esos días, no visitamos ningún otro lugar. No nos dió tiempo. Al viajar en invierno, los días se acortan y sobre las 6 de la tarde ya comienza a anochecer. Madrugamos para poder aprovechar al máximo las rutas y los innumerables senderos que parten desde Hervás. Nos hizo un tiempo perfecto para caminar, un poco de niebla, pero siempre acababa levantando. La niebla, por otra parte, nos ofrecía una visión muy bucólica del entorno. 


Nos alojamos en El Griel. Lo regenta una simpática, amable y profesional pareja: Griselda e Israel. La estancia fue sencillamente perfecta. Estábamos prácticamente solos. Ningún ruido por las noches. Los desayunos inmejorables. Un lugar limpio, tranquilo y en la mejor ubicación posible. Al lado del Ayuntamiento y muy cerca de la Plaza Corredera y del barrio judío.


Hervás fue una sorpresa. Situada a 688 metros de altitud. Esta localidad cuenta con cerca de 5.000 habitantes.  Se halla próxima a la provincia de Salamanca y no lejos de la provincia de Ávila. Había leído que era bonita, pero no nos podíamos imaginar las muchas excursiones y actividades que se pueden hacer allí. El primer día nos dedicamos a ver el patrimonio de Hervás, ya que posee un afamado barrio judio, bastante bien conservado. Está declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Sus calles son estrechas, laberínticas y con recogidas casas. El patrimonio de Hervás va más allá de su barrio judio. Puedes visitar  en su casco viejo, justo en la zona más elevada de esta localidad, la iglesia de Santa María de las Aguas Vivas. Construida sobre los muros de una fortaleza templaria. Otros imponentes edificios que se erigen, en esta localidad son: la Iglesia de San Juan Bautista, el Convento de los Trinitarios o la Casa-Museo Pérez Comendador-Leroux .


En Hervás nos gustó deambular sin rumbo fijo, pero no sé cómo siempre llegábamos a la calle de Abajo, a la calle del Vado, a la calle Rabilero o al Puente de la Fuente Chiquita. Puente medieval que cruza el río Ambroz. Igualmente, cruzamos la plaza Corredera un montón de veces. Bien para situarnos en la Vía Verde (Camino Natural de la Vía de la Plata) o bien para visitar el barrio judío.  En Hervás, recomiendo callejear porque de esta forma disfrutas mejor de su animación callejera. Hay numerosos comercios, bares y buenísimos restaurantes. Tuvimos la suerte de comer el último día, antes del cierre del restaurante por jubilación, en el restaurante Almírez. Una experiencia excepcional. Aunque, no fue el único restaurante en el qué comimos bien, también disfrutamos de la comida de la taberna la Callejilla y del restaurante Más que Parrilla. Podemos decir que, en general, se come muy bien en Hervás.


A partir del segundo día, todo fueron excursiones por los parajes de los alrededores. Caminatas y más caminatas por la naturaleza. El segundo día, recorrimos el sendero o pista Heidi, aunque no en su totalidad ya que es una ruta circular de unos 30 kilómetros (PR-CC38). Había llovido esa noche y la naturaleza estaba pletórica y agradecida por la lluvia. Los ríos Ambroz, Santihervás y el Gallego estaban rebosantes de agua. La tierra empapada y cubierta de las hojas de los castaños y robles que cubren todo el paisaje. Empezamos la excursión con una niebla espesa, pero nos fue muy bien, porque la subida era fuerte y con sol hubiera sido mucho muy dura de hacer. Se sucedían los arroyos por todas partes. Finalmente, cuando descendimos salió el sol. El paisaje cambió totalmente. Parecía menos bucólico, no obstante era igual de hermoso.


A la mañana siguiente, decidimos emprender la ruta a la Chorrera (PR-CC36), desde Hervás y siguiendo el curso del río Ambroz, que nace cerca del pico Pinajarro.  Este sendero se inicia en el puente de Hierro. Es un ascenso que no tiene ninguna dificultad. Durante kilómetros es una carretera asfaltada, hasta llegar al embalse del Horcajo. Tras pasar el embalse se continúa por una pista de tierra. Esta ruta se puede hacer sin cansarse en absoluto. Aunque, el tramo final es mucho más empinado y zigzagueante, todo el recorrido se puede hacer en poco más de tres horas.


El último día, lo aprovechamos para visitar el Jardin Histórico de Hervás o Parque Municipal ya que ese día estaba abierto. Su urbanismo ajardinado es interesante. Se halla dentro de la ciudad por lo que es muy agradable pasear por allí. Ocupa una superficie de más de 15.000 metros cuadrados. Se distribuye entre la zona de las coníferas y de las palmáceas. Contiene una variedad notable de plantas, árboles y fuentes ornamentales. 
El Pinar de Hervás está cerca del parque municipal y la piscina pública. El sábado por la mañana, cerca del pinar, se pone el mercadillo ambulante. Venden de todo desde comida a ropa o calzado. Por las tardes pasear por el pinar resultaba relajante.


Para finalizar nuestra estancia en Hervás, quisimos hacer una excursión por la Vía Verde (camino natural de la Vía de la Plata), en dirección a Béjar. Este sendero utiliza las antiguas vías del tren que conectaba Plasencia con Astorga. Trazado del ferrocaril se construyó aprovechando la antigua calzada romana que unía el norte y el sur. En uno de sus tramos pasa sobre el río Balozano, afluente del río Ambroz. También, atraviesa un fértil valle con vacas pastando. Un recorrido paisajístico de los más bonitos de la zona. No tiene dificultad, sobre todo si lo haces en bicicleta, aunque es largo. Nosotros no llegamos a hacerlo entero. 

11 enero, 2023

La Iglesuela del Cid, un marco inmejorable

El otoño es una estación perfecta para visitar la comarca del Maestrazgo, igual que lo es en primavera.


Nos trazamos una ruta a seguir. Hacía muchos años que habíamos ido a Tronchón y a Mirambel y queríamos que la ruta pasara de nuevo por estas dos localidades ya conocidas y también descubrir otras desconocidas que no pudimos visitar en nuestro anterior viaje al Maestrazgo.

Una de estas últimas poblaciones era La Iglesuela del Cid. Esta pequeña localidad posee un notable Patrimonio. Fue declarada Conjunto Histórico Artístico por sus singulares edificios medievales, renacentistas y barrocos. Destacan la Casa Matutano Dauden y la Casa de los Aliaga, ambos edificios emblemáticos que han sido convenientemente restaurados y reutilizados. El primero como hospedería y la Casa de los Aliaga como sede de la Oficina de Turismo.


Además, si paseas por la calle Mayor, por la bonita calle Ondevilla o por el centro más cercano a la iglesia de la Purificación podrás observar los imponentes portalones de muchos de los edificios de esta localidad. Estos portalones ya te indican la magnitud del edificio, como son el de la Casa Blinque, Casa Guijarro o la Casa de los Agramunt.


El centro histórico de La Iglesuela del Cid lo componen construcciones que formaban parte de la fortaleza o castillo Templario. Uno de ellos es la Torre de los Nublos y el otro el del Ayuntamiento, que se halla adosado a la iglesia de la Purificación.



De la antigua muralla del Castillo Templario queda en pie la puerta o portal de San Pablo (puerta de entrada al antiguo castillo templario). La Torre del Homenaje también formaba parte de la antigua fortaleza medieval.

 


El trazado medieval de La Iglesuela del Cid, se aprecia perfectamente por la cercanía de sus huertos. Impronta absolutamente medieval, con sus muros de piedra seca, sin amalgama de ningún tipo. Estos huertos te trasladan al medievo. Por ello, aconsejo su visita. Es una buena forma de entender cómo se vivía hace siglos.


Toda la comarca del Maestrazgo tuvo poderosos terratenientes, como lo demuestran sus linajes y su monumental patrimonio. Por citar un ejemplo, los Aliaga tenían Casas Palacios renacentistas tanto en la Iglesuela del Cid como en la cercana población de Mirambel. También, se puede deducir la importancia del linaje de los Osset por su patrimonio, con un Casa Palacio en la población de Forcall y otro en Cantavieja o la del linaje de los Zurita con sus Casas Palacios, en Cantavieja y en Mirambel.