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26 abril, 2022

Cáceres, viajar en el tiempo


Cáceres es una ciudad muy agradable, de un tamaño mediano. Es muy apta para caminar. Sin embargo, algunas zonas de la ciudad están en pendiente y pasear por ellas resulta un poco más agotador. Aunque, su centro histórico resulta tan impactante, por su belleza, que olvidas cualquier pequeño inconveniente.


Hablamos de una ciudad, con mucha historia. Fundada inicialmente por los romanos, se sitúa muy cerca de la calzada romana en la ruta de la Vía de Plata. Se trata de una calzada enlosada y empedrada que servía para unir comercialmente el norte de la Península con el sur. La importancia de esta vía de comunicación y de comercio se puede apreciar por los restos de construcciones romanas que existen en la provincia y en sus alrededores. El puente romano de Alconétar, los restos de la ciudad romana de Cáparra, el conservado puente de Alcántara y su templo dedicado a Trajano.




El hecho de que Cáceres estuviera tan estratégicamente situada facilitó el comercio y su riqueza. Muchas son las construcciones de palacios medievales que se localizan en su laberíntico centro histórico. La ciudad fue reconocida en 1986 como Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La mejor forma de acceder a intramuros y a la ciudad medieval de Cáceres es atravesando el Arco de la Estrella -construido en el siglo XVIII en substitución de un arco anterior del XV que era más pequeño-. El Arco de la Estrella ampliaba la entrada a los carruajes para acceder al casco viejo de la villa. Una vez atravesado este arco puedes admirar su rica arquitectura y patrimonio. En cualquier rincón descubres palacios renacentistas, monumentales iglesias como la Concatedral de Santa María o la Iglesia de San Mateo, conventos como el de las Jerónimas, el de San Pablo o el de Santa Clara, la gran Plaza Mayor del siglo XV, con la magnífica Torre de Bujaco y un interesante aljibe de época hispano-árabe. También es posible visitar museos y casas-palacios abiertas al público como el Palacio de los Golfines de Abajo del siglo XV, al que puedes acceder pagando una entrada y con un guía que te facilita el acceso a las dependencias del palacio y te explica la vida de los Golfines de Abajo y sus descendientes. Nos pareció interesante el recorrido por las diferentes dependencias del edificio, más aún con la ayuda y explicación que hizo el guía. 





Lo mejor para disfrutar del centro de Cáceres es dejarse llevar y pasear sin rumbo fijo a lo largo de sus callejuelas. En cualquiera de ellas puedes contemplar un edificio que te sorprenderá o pequeñas y recogidas plazas como la plaza de las Candelas, la de San Jorge, la de Pereros o la de los Veletas.


Me quedé con ganas de estar más tiempo en Cáceres. Para poder disfrutarla tranquilamente, por ejemplo por la noche, pero según pasaban las horas la ciudad se llenaba de turistas y resultaba incómodo pasear pausadamente por sus calles. Además, nos queda pendiente visitar el singular Museo de Arte Contemporáneo de Helga de Alvear. Únicamente por conocer este museo ya nos motiva para regresar a Cáceres. La próxima vez, nos alojaremos en la ciudad. La oferta hotelera es amplia y de calidad. Es un destino para pasar unos días, sobre todo, si deseas conocer a fondo la ciudad y visitar sus iglesias, palacios y museos. No puedes ir con prisas, porque allí el ritmo es pacífico.


Tendremos que volver a Cáceres. Es sin duda, un buen destino. Eso es seguro.

11 abril, 2022

Alcántara, siglos de historia

En el trayecto desde Garrovillas de Alconétar, donde nos alojábamos, hasta Alcántara pasas por la pequeña población de Mata de Alcántara y por suaves colinas cubiertas de pasto, cereales, hierbas aromáticas y árboles de todo tipo, aunque principalmente encinas y olivos. Atravesando los prados, ves caballos en libertad, vacas con sus terneros, ovejas y cerdos de raza ibérica y alguna que otra cabra. Si alzas tu vista al cielo, verás volar y planear a las águilas imperiales, aves rapaces, pequeñas aves y tórtolas. Un verdadero paraíso natural, de lo más cercano a lo auténtico, muy lejos de las enormes granjas en las cuales los animales no ven la luz del día.


Todo este territorio está catalogado como zona ZEPA. Allí el hombre comparte, en armonía, el espacio con especies diferentes de animales.


Al llegar a Alcántara el termómetro marcaba un grado. Un manto blanco de rocío helado cubría cualquier vegetal. Las calles estaban resbaladizas. En el Ayuntamiento nos proporcionaron planos de la localidad. La oficina de Turismo a esa hora, temprana, estaba cerrada. Decidimos hacer una ruta por uno de los senderos paralelos al río Tajo. Escogimos el del lado soleado. La piedra pizarra estaba húmeda, helada y resbalaba. Realizamos un recorrido rápido, de 4 kilómetros, para entrar en calor. El paisaje era increíble. El Tajo emitía una bruma blanca por el contraste de temperatura entre el agua y el ambiente exterior. Una hora mágica para caminar. El musgo cubría amplias zonas boscosas y bajo algunos pinos crecían setas. Después de la caminata cruzamos el impresionante Puente Romano de Alcántara, monumental construcción de ingeniería civil romana, y también dejamos atrás el templo romano dedicado al emperador Trajano. Me emociona su magnífico estado de conservación y su antigüedad.






Alcántara dispone de un legado arquitectónico monumental. En la población puedes ver casas-palacios, ermitas, iglesias, zona amurallada, puertas de entrada, arcos medievales y la espectacular edificación de la Conventual de San Benito. Una obra que asombra por su magnitud y por su belleza.




Gracias a los folletos que nos dieron pudimos hacer un recorrido por los palacios de Alcántara que se hallan diseminados a lo largo y ancho de la villa como el Palacio de los Marqueses de Torreorgaz, la Casa de los Cabrera, la Casa de los Barrantes de Maldonado, la de los Arias de Quintanadueñas, la casa de los Oviedo, la Casa-Palacio de los Barco y seguro que nos dejamos muchas otras por ver.


El legado es enorme, con ermitas dentro de la población como la de Nuestra Señora de los Remedios o la de las Angustias. Asimismo, puede ver iglesias y conventos como el de la Iglesia de San Pedro de Alcántara y la Conventual de San Benito -tan monumental que necesitas tiempo para verla- donde hacen visitas guiadas. Conviene comprobar el horario de visitas y reservar hora. Además, vimos el Convento de las Comendadoras de Sancti Spiritus que se halla un poco más apartado del núcleo urbano y que se encuentra en un estado deplorable y prácticamente en ruinas. También puedes visitar o alojarte en la Hospedería de Alcántara, antiguo convento franciscano del siglo XV, situado en las afueras de la población.





Eso sí, necesitas tiempo para ver todo el patrimonio natural y arquitectónico de Alcántara. Nosotros fuimos dos días diferentes y aún así, no pudimos verlo todo con tranquilidad y sin prisas. Dormir allí es una idea excelente. Nosotros no lo hicimos, pero nos quedamos con ganas de pasar al menos una noche o dos en Alcántara.