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31 agosto, 2019

Melgaço, ciudad fronteriza

Melgaço es una pequeña ciudad fronteriza con España. El río Miño traza la frontera entre España y Portugal. En la orilla opuesta a Melgaço, está Arbo pequeña localidad de la provincia de Ourense.

Después de dejar las nuestras cosas en el hotel, decidimos hacer un poco de turismo por la ciudad. El casco histórico de Melgaço no es grande y lo recorrimos en un plis plas.



La mayor parte de las construcciones más antiguas se hallan concentradas alrededor del Castillo de Melgaço. Como la Casa Solariega Solar do Alvarinho, la Iglesia Matríz de Melgaço, la Iglesia de la Misericordia y el Museo de Cinema Jean Loup Passek.


El castillo medieval tiene una alta Torre de Homenaje o torre de vigilancia. El muro del castillo está construido con grandes bloques en piedra. Su estructura es circular y está bien conservado pese a la persistencia en la zona de la niebla y la lluvia, sobre todo en otoño e invierno.



 

En la ciudad existen buenos restaurantes de esos que además de la calidad del producto son especialmente generosos y sales de ellos casi sin poder andar. Una exageración de cantidad de comida. Aunque, todo está tan rico que es imposible dejar algo en el plato. Comimos muy bien en el Chafariz.


La situación de nuestro hotel Monte Prado, que se encuentra próximo a la zona deportiva -cerca de las piscinas municipales y de las pistas de tenis-, era ideal para realizar muchas excursiones. El paisaje de los alrededores del hotel es bucólico. Cerca está el río y los senderos para caminar en paralelo a él. Justo por esta área del Miño, han habilitado un buen número de rutas que discurren en medio de helechos, musgo y altos árboles.

  

Desde luego, lo mejor del hotel son sus vistas a la naturaleza y que puedas hacer muchas excursiones sin echar mano del coche. La habitación sin tener grandes lujos, era cómoda y tranquila y tenía unos grandes ventanales que daban a la piscina y al campo. Además, dispone de una piscina climatizada y un spa. El desayuno se sirve en un gran espacio acristalado con vistas a la naturaleza. Nada memorable, pero cumplía su función.

11 agosto, 2019

Burgos, crónica de su esplendor

Cuando llegamos a Burgos, nuestro principal interés era visitar su famosa Catedral gótica. Era un día frío de invierno y por la noche había helado. Parecía que hubiese nevado, aunque simplemente era el rocío congelado.


La ciudad castellana no es muy grande, pero tiene un estupendo centro histórico alrededor de la Catedral, una gran plaza Mayor con soportales – ideales para los días de lluvia o de mucho sol - y agradables paseos como el de la Audiencia y el del Espolón. Paseos arbolados que discurren paralelos al río Arlazón. Son, sin duda, lugares tranquilos para pasear los días festivos con la familia.
 
 
 

Burgos es una ciudad relajada e interesante. No solamente posee buena arquitectura y edificios testimoniales como la Casa Cordón -palacio gótico del siglo XV- o el Palacio de Castilfalé, o el Palacio de la Diputación o el Hospital de la Concepción, edificio gótico del siglo XVI. También, conserva restos de su antigua muralla. Además, Burgos resulta ser una magnífica base para, desde allí, visitar los yacimientos arqueológicos de la Sierra de Atapuerca.

   
   
        

Sin duda, el edificio que sobresale por su belleza e intensa cronología es la Catedral de Santa María de Burgos. Una construcción espectacular e imponente. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 1984. Este edificio religioso se edificó sobre una antigua iglesia románica. La primera piedra se colocó en el 1221 y su construcción abarcó varios siglos.

Esta gran catedral dispone en sus laterales de 19 capillas y un gran cimborrio o cúpula en la nave central en dónde yacen los restos del Cid y de su esposa, Doña Jimena. Sobresaliente es la Escalera Dorada del escultor Diego de Siloé. Una escultura en forma de escalera al estilo renacentista. Me impresionaron sobremanera la riqueza arquitectónica de las cúpulas de las capillas. Sencillamente espectaculares. Parecían encajes de bolillos, ligeras, esbeltas, aunque todo eran sillares en piedra.

    
   
   

Burgos dispone de buenos hoteles y de generosos restaurantes. Ideales para degustar la comida típica de este territorio que en invierno suele detentar las temperaturas más bajas de España. En época invernal, es normal que el termómetro alcance valores negativos, aunque eso es lo de menos. Visitar Burgos es muy buena idea, en cualquier época del año. Es cierto, sin embargo, que en invierno los grandes árboles de los paseos del Espolón y de la Audiencia están pelados, sin ni una hoja verde mientras que en verano, los disfrutarás como si estuvieras en un vergel.