La llegada a Alarcón es de las que dejan huella. Su imponente castillo, actual parador nacional Marqués de Villena, ocupa el lugar más elevado de esta población, en el peñasco llamado Pico de los Hidalgos. Si quieres pernoctar en él, tienes que tener en cuenta que sólo dispone de 14 habitaciones. Las paredes de su muralla ocultan la villa de Alarcón, una población que es grande en construcciones civiles y religiosas, aunque no deja de ser una pequeña y pintoresca localidad con poco más de 150 habitantes, en invierno. La población se triplica, eso sí, en época estival.
Para entrar en esta villa de la provincia de Cuenca, hay que acceder a ella cruzando las puertas de la muralla que protegían a la población de posibles ataques. Además de esto, las profundas hoces y cañones del río Júcar que se formaron a lo largo de los siglos han hecho de este peculiar enclave un lugar inaccesible. En este singular lugar, se han descubierto vestigios de poblaciones anteriores, sobre todo de íberos y romanos.
Varias torres-vigía forman parte de la protección del entorno de Alarcón. El castillo original se construyó alrededor del siglo XII, por orden de Alfonso VIII. En época y por mandato del Infante Don Manuel, en el siglo XIV, se edificaron parte de las murallas y ciertas reformas del antiguo castillo.
También, se acabaron las obras de remodelación de las puertas de entrada y las torres vigía. La más importante y mejor conservada la Torre de los Alarconcillos, que protegía a Alarcón de los asedios.
Ya en el siglos XV, por orden del Marqués de Villena, se terminaron las obras de reforma y de mejora del castillo. Las tres puertas que quedan en pie son: la Torre de Cañavate, la Torre de Armas y la bien conservada Torre de los Alarconcillos.
Esta población tiene la consideración de Bien de Interés Cultural (BIC). Resulta de mucha utilidad pasar por la oficina de Turismo, dado que allí te indican las mejores rutas para pasear y los senderos a seguir para acceder a los meandros que forman el río Júcar al pasar por Alarcón.
Me sorprendió Alarcón y me gustó mucho. Es muy bonita. Además, en sus calles se pueden leer carteles con textos moralizantes escritos por el Infante Don Manuel, autor de una importante obra medieval: El Conde de Lucanor.
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