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11 octubre, 2022

Nordeste, único y auténtico


Nordeste es una freguesia o concelho de la isla de São Miguel que pertenece a la municipalidad de Vila do Nordeste. El núcleo de la población lo componen alrededor de 3.000 habitantes, aunque en este territorio coexisten otras freguesías como: Lomba do Fazenda, Salga, Achadinha, Achada, Santana, Algarvía, Sao Antonio do Nordestinho y Sao Pedro do Nordestinho llegando en total a más de 7.000 habitantes en toda la municipalidad. 

Las casas de Nordeste suelen estar dispersas por el campo y se edifican en lugares insólitos entre el bosque, las cañadas, en barrancos o en lo alto de las colinas, mientras sus jardines y tierras se expanden por las laderas. Nos pareció un lugar auténtico y entrañable. 


Lo más representativo de la Vila de Nordeste es su centro histórico. Es pequeño y está cuidado. En la Praça da República se localiza la Câmara Municipal y la Igreja Matriz del siglo XVIII. Justo a un lado de esta plaza está el Ponte dos Sete Arcos de 1883. 


Nordeste es bonito, calmado y posee una línea de costa impresionante, con altos acantilados donde se suelen situar los miradores (miradouros). De hecho, es precisamente en esta zona de la isla donde se encuentran los miradores más espectaculares: Miradouro Ponta do Sossego, Miradouro Ponta da Madrugada, Miradouro Des-pe-te que Suas, Miradouro Ribeira da Boca, el do Salto da Farinha, el de Ponta do Arnel, el do Pelado y el de Borda da Ladeira, entre muchos más.


El Miradouro Ponta da Madrugada, Miradouro da Pedra dos Estorninhos y el del Salto da Farinha son dignos de ver. Impresionantes. Tanto su localización como sus vistas. Algunos de estos miradores están habilitados como merenderos, con mesas y bancos para sentarse. En algunos de ellos, hay barbacoas y hasta servicios públicos para que las familias vayan allí de picnic y puedan pasar un buen rato, como en el Miradouro da Pedra dos Estorninhos.


Nordeste es un destino en sí mismo. Pudimos realizar bastantes excursiones a volcanes o a lagos volcánicos, a parques, a contemplar saltos de agua, a playas. Eso sí, nos faltó subir al Pico da Vara de 1103 de altura y alguna que otra caminata más. Todas estas excursiones se encuentran a pocos kilómetros de distancia, en línea recta. Sin embargo, para ir de una a otra debes ir por sinuosas carreteras, que bordean las altas montañas y por consiguiente, alargan los kilómetros. Algunas de estas estrechas y serpenteantes carreteras pasan por entre espesos bosques de Crytomeria japonica (cedros japoneses). 

Por esta zona oriental de São Miguel, vimos pocos turistas. También, nos sorprendió muy gratamente lo muy cuidado e impoluto que está el municipio de Nordeste. Increíblemente limpio. No sé cómo lo pueden hacer. Aunque haya viento, no se divisa ni un papel, ni una lata de refrescos, ni un plástico por el suelo, por la carretera, por las calles o por las aceras. Es el lugar más limpio y cuidado que he visto en todos mis viajes. Desde luego, preservan su entorno.


Estamos muy contentos de haber escogido este enclave para alojarnos. Podíamos ir andando por una carretera muy agradable hasta el mirador Ribeira da Boca y a la Piscina Natural de Ribeira da Boca. El terreno que conduce hasta Ribeira da Boca se acomoda al gran desnivel y llega hasta al mar. Nosotros fuimos andando ya que el camino, aunque muy empinado, es muy grato de hacer porque transcurre entre una espesa vegetación de lo más diversa. Huele a hierba mojada, a flores y a salitre. Después, nos desplazamos a la zona de los moinhos y de acampada. Está zona se halla junto al río, en uno de los lados de la Ribeira do Guilherme. Una excursión bonita. Sin embargo, encontré mucho más difícil hacer la bajada y la subida al Faro do Arnel. Fue durísima. Subir me costó lo suyo. Pensé que la pendiente no se acabaría nunca.


Otra razón para escoger Nordeste fue el alojamiento. El hotel The Lince Nordeste Country and Nature nos encantó. Su ubicación en lo alto de una colina nos regalaba unas vistas panorámicas a la pradera, a las casas y al océano. Una visión muy relajante. Combinación perfecta de lo rural y lo marino. Desde nuestra habitación, en el segundo piso, las vistas eran perfectas y los amaneceres espléndidos. El hotel dispone de un generoso jardín, repleto de flores y de plantas de un verde intenso. A su alrededor, los jugosos prados y los verdes maizales que llegan hasta los acantilados. 


Repetiría alojamiento en el mismo hotel. Sencillo, pero a la vez cómodo. Descansábamos sin que nos perturbase ningún ruido. El personal del hotel era agradable, simpático y eficaz. La piscina y el spa eran un plus. También, nos suponía un aliciente poder disponer de un parking y no tener que buscar aparcamiento, cuando llegábamos cansados de las excursiones. Así que, este hotel fue el mejor lugar dónde regresar después de nuestras agotadoras pero recompensantes caminatas por los senderos de la isla.

2 comentarios:

Paco Piniella dijo...

Qué bonito todo, tan verde y al menos en las fotos veo poco turismeo que eso es muy importante tal como se están poniendo los destinos para viajar.

CarmeLa dijo...

Hola, Paco
Esta zona oriental de la isla de São Miguel, es mucho menos turística que la parte occidental de la isla, o por lo menos en septiembre. No sé, cómo será en julio o en agosto.
Esta isla es tan bonita que pronto petará como la mayoría de lugares hermosos. Aunque, su situación en medio del océano, la protege un poco. Eso sí, la gran, la inmensa mayoría de turista son ingleses. Les gusta porque tiene un paisaje asalvajado y tropical.
Saludos.