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26 septiembre, 2022

São Miguel, la isla verde


Desde pequeña siempre me había intrigado eso del "anticiclón de Las Azores", como si los anticiclones fueran exclusivos de allí. De ahí mis ganas de conocer ese archipiélago.

Las Azores (Região Autónoma dos Açores) se compone de nueve islas situadas en medio del Océano Atlántico, entre Europa y América. Esta localización peculiar y remota me generaba unas intensas ganas de visitar estas islas portuguesas. Me parecían tan exóticas como cualquier otra de las del Océano Índico. Las fotos que había visto de ellas sugerían una naturaleza tupida, con enormes y compactos bosques de una gran diversidad forestal. Así que nuestro periplo comenzó visitando la isla de São Miguel, porque el vuelo directo desde mi ciudad a Ponta Delgada, en São Miguel, nos hacía el viaje más apetecible y relajado. Sin tener que realizar cambios de avión, ni paradas intermedias.


São Miguel es una isla volcánica de grandes contrastes y paisajes increíbles. Sobre todo, los bosques más cercanos a los lagos volcánicos. Grandes extensiones boscosas de altos árboles, en donde los tibios rayos del sol entran muy tamizados por la frondosidad vegetal y también por la pertinaz niebla. Realmente, en algunos bosques llovía intensamente mientras que fuera de ellos no caía ni una gota de agua. Son bosques húmedos que me recordaban a Monteverde, en Costa Rica o a El Yunque, en Puerto Rico. De hecho, algunos bosques están poblados por coníferas, hayas, palos blanco, laureles, líquenes, sauces, hiedras, musgo, helechos, brezos, naranjeros salvajes y otros árboles tropicales introducidos en la isla, como los bosques de cryptomeria japónica (localizados principalmente cerca de los cráteres volcánicos).



El clima en São Miguel es húmedo, con alternancia de lluvias y sol. Esta circunstancia facilita el rápido crecimiento de la floresta originaria. No obstante, también favorece la expansión de plantas invasoras, como las hortensias y los bosques de cryptomeria que degradan y devoran poco a poco el ecosistema de la isla. Los bosques debían extenderse por toda la geografía y aunque aún ahora ocupan una inmensa parte de la isla, la sobreexplotación ganadera los engulle poco a poco para dar paso a los pastos y a las tierras de cultivo de maíz, también para el ganado en invierno. Existe en la isla una evidente industria ganadera en todo su territorio, quizás excesiva, pero como cada día llueve, o poco o mucho, el verde es el gran protagonista. De ahí su denominación: isla verde.


São Miguel es una isla perfecta para realizar largas caminatas. Existen una buena cantidad de senderos señalizados. Unos para principiantes y otros de gran dificultad. Una de las cosas que nos gustó mucho de la isla son los miradores (miradouros) desde los que es posible contemplar los bosques que llegan hasta el océano, las cascadas que se precipitan al vacío y los altos acantilados de la costa. Existen miradores muy bonitos en la zona oriental de la isla como o Miradouro Ponta da Madrugada, o el de Ponta do Sossego, cerca de Nordeste o el Miradouro do Pico dos Bodes, próximo a la localidad de Povoação. Sin embargo, también hay imponentes miradores en la zona occidental de la isla, sobre todo en el área de Mosteiros, Bretanha y Capelas.
 


Nos alojamos en la zona oriental de la isla, concretamente en la pequeña ciudad de Nordeste. Una zona rural, tranquila, bonita y que soporta menos cantidad de turistas. No hay mucho alojamiento en la ciudad y la mayoría de visitantes suele alojarse en Ponta Delgada, en la zona de Lagoa o en Vila Franca do Campo donde disponen de más oferta hotelera y alojamientos de todo tipo. La localización de nuestro hotel en Nordeste fue un acierto en el viaje.


Excepto en Lagoa de Furnas y en Sete Cidades, donde apreciamos más afluencia de turistas, mochileros, excursionistas y amantes de los volcanes, no vimos muchos visitantes o, al menos, no coincidimos con ellos. En algunas de nuestras excursiones, como a la Lagoa do Congro, a la Praia dos Moinhos o al Parque da Ribeira dos Caldeiroes, estábamos absolutamente solos. Un verdadero lujo.



Para nosotros, lo mejor de la isla son los bosques húmedos, los acantilados de vértigo, las playas de arena oscura (como la de la Praia do Fogo en Ribeira Quente) y, como no, los volcanes y los lagos que se formaron tras su colapso del cono del volcán: como el de Furnas, do Fogo, Lagoa do Congro o Lagoa do Canàrio. Desafortunadamente, los volcanes más emblemáticos de São Miguel en Sete Cidades no pudimos verlos debido a una niebla permanente e intensa. Llegamos hasta el bonito Miradouro da Grota do Inferno, pero nos fue imposible ver las Lagoas Verde e Azul, ni la Lagoa de Santiago, ni siquiera vislumbrarlas.
 

Otra de las singularidades de São Miguel es el cultivo de té. De hecho, allí están las únicas plantaciones de té de Europa: Chá Porto Formoso o Chá Gorreana. Puedo asegurar que si te gusta el té, como es mi caso, el té de Sao Miguel te gustará. Compramos té negro y verde y las deliciosas queijadas para acompañarlo.
La mención de la comida en São Miguel merece un aparte: buena, de calidad y a un precio asequible.

2 comentarios:

Paco Piniella dijo...

Veo muchas entradas últimamente de Azores, y desconozco las islas. Habrá que apuntarse algún día.

CarmeLa dijo...

Hola, Paco
Estoy convencida de que os gustaría mucho.

Hemos empezado por São Miguel, porque es más fácil llegar. Desde mi ciudad hay vuelos directos desde junio a septiembre. Así que, lo tengo más fácil. Hay otras islas en las Azores también muy bonitas. Me gustaría conocer Flores, Pico y Faial.

Nosotros pensamos volver a São Miguel, porque nos quedó mucho por ver. Es muy verde, porque llueve cada día, aunque sea un poco. Eso sí, pasamos un día en la capital Ponta Delgada y aunque tiene cosas interesantes, un puerto grande y un centro histórico agradable, allí el turismo se notaba con fuerza y nos convenció de nuestra elección de pernoctar en el Este de la isla. Otro lugar que nos gustó fue Mosteiros en la costa occidental.

Saludos