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Koronissia, en el Golfo de Amvrakikos

Lo mejor de Lygiá, además de sus playas, era que te permitía en un radio relativamente pequeño, realizar un sinfín de excursiones: ir a Parga o a Sivota, ir a la playa de Ammoudia o a la de Lichnos, descansar en la frescura de la vegetación del cauce del río Aqueronte, visitar las ruinas de Kassiopi o las de Nekromanteio o el enclave de Nikopolis. Acercarte a tomar algo a Preveza o visitar el Golfo de Amvrakikos y el bonito y frágil humedal que se extiende alrededor de Koronissia. Esa última Koronissia, fue una de las muchas excursiones que hicimos.


Koronissia es una solitaria población azotada por los vientos y rodeada por agua excepto por una estrecha carretera que la une al continente. Parece un pueblo de película del Oeste. Aparentemente vacío, pero solo en apariencia. Tiene casi todo lo que suele tener una pequeña localidad cualquiera. Una iglesia, la Panagia, que se halla en el interior de la población y que así queda resguardada de los vientos. También, cuenta con una pequeña capilla y un castillo: Koulia Koronissia. Este pequeño castillo fue construido por orden de los otomanos, en el siglo XIX, para fortalecer y proteger sus fronteras. 


La zona de Koronissia que da al lago Logaron es menos ventosa que la que da directamente a las aguas del Golfo de Amvrakikos. En esa área de la localidad dónde el viento incide más, se localiza un recogido puerto pesquero. Quizá por eso, en proporción a los habitantes, se agrupan allí una buena cantidad de bares y restaurantes, en dónde se sirve pescado y marisco. Probablemente, descargado de uno de esos barcos que vimos atracados en el puerto. También existen algunos alojamientos como el Asterias, o los apartamentos Koronissia y los Spyrou y poca cosa más. 



Los de Koronissia aprovechan las mejores zonas de sus alrededores para darse un baño. Conviene fijarse dónde se bañan los locales, porque existen muchas áreas fangosas cercanas a los humedales y no resultan tan agradables para el baño.


Si te gustan los humedales o lugares plácidos con aves zancudas y rica fauna, este es tu lugar.

No es un lugar lujoso. Todo lo contrario. Es un tanto descuidado, sencillo y al mismo tiempo salvaje; también sumamente poético, sobre todo al atardecer. 


Dicen que cerca de allí se ven nadar a los delfines y a las tortugas marinas, aunque nosotros no vimos ni lo uno ni lo otro. Eso sí, divisamos muchos flamencos, albatros y gaviotas.

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