Aprovechando las vacaciones navideñas, tomamos nuevamente rumbo a Portugal. Esta vez un poco más al norte. Llegamos a Oporto con la compañía aérea Tap y alquilamos un coche en el mismo aeropuerto para ir a Ponte de Lima.
Justo en pleno Vale do Lima o Valle del Lima se localiza Ponte de Lima. Pequeña ciudad de aire rural y sofisticado a la vez. Esta localidad de gran solera e importancia histórica se halla en la ruta del Camino Portugués de Santiago de Compostela. Es una villa repleta de historia, interesante, señorial y culturalmente potente.
En la Edad Media, esta ciudad estaba amurallada con 10 torres y cinco grandes puertas. De la antigua muralla quedan restos y algunas torres como: la Torre de S. Paulo y la Torre da Cadeia Velha.
Ponte de Lima es una ciudad para vivirla. Tranquila y relajada, pero con un intenso ambiente animado en sus calles. Nos dijeron que en verano resulta casi imposible encontrar una mesa libre en sus restaurantes y todavía menos encontrar alojamiento.
Bañada por el río Lima, el río marca la vida de la ciudad porque todo gira a lo largo de su cauce. De hecho, se han habilitado unos senderos o rutas conocidos como "ecovias", para recorrer o bien río arriba o bien río abajo los márgenes del Lima. Por esa razón las cafeterías, bares, oficina de Turismo, el paseo, los comercios, prácticamente todo, gira en torno al río Lima. Un río que es como un mar tranquilo y que al atardecer se vuelve plateado o dorado dependiendo de la fuerza del sol.
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