Dudé mucho entre alojarme en Faro o en Olhão, pero finalmente opté por pasar unos días en Olhão ya que mi intención era sobre todo conocer esa zona del Parque Natural da Ria Formosa y en concreto las islas de Armona y Culebra.
Acerté mucho con la localización del alojamiento, Casa do Poço, aunque no con la habitación reservada. No sabía que no tenía ventana, aunque sí dos claraboyas, pero no es lo mismo. También desconocía que la habitación fuese tan pequeña. Sin embargo, nos gustó la cocina común de nuestro hospedaje e igualmente su ubicación cercana a la estación del tren y a dos pasos de la céntrica Avenida da República. De hecho, cada día íbamos a desayunar a cualquiera de las cafeterías situadas a lo largo de la Avenida da República. Después de desayunar sólo había que seguir la avenida hasta llegar al mar. Antes solíamos efectuar una parada para comprar pastas, dulces o saladas o bolinhos de queijo, en la Padaria Algarvía (panadería) o en la Padaria Pastelaria Delícia de Olhão (panadería pastelería). Para llegar hasta ellas bien, cogíamos la rua Vasco de Gama o bien íbamos por la rua Comércio. Después, ya podíamos pasear tranquilos a coger el ferry que nos llevaría a la ilha de Armona o sencillamente deambulamos a lo largo del paseo dónde se halla el Mercado de Olhão. Mercados separado por dos construcciones en ladrillo rojo. Uno, donde se vende marisco y pescado de la zona; el otro, donde se vende verdura, fruta, queso, miel, carne y embutidos.
Este paseo a pie de mar conduce hasta la zona de los ferries y en sentido contrario al centro comercial Marina Ria Center. Intentábamos ir sobre todo a primera hora de la mañana o al atardecer porque eran las horas que el paseo está más tranquilo. Deambulamos sin rumbo por esa zona y más tarde nos sentarnos en cualquier bar, cercano al mercado, a tomar una cerveza fresquita observando el trajín de las embarcaciones que pasan por allí o simplemente observar a la gente cruzar delante nuestro. Además, siempre era una sorpresa ver cómo las mareas transformaban el paisaje marino y cómo las rocas iban apareciendo con la marea baja.
En nuestra visita a finales de septiembre a Olhão no había muchos turistas, aunque sí venía gente de otras localidades a coger el ferry allí, pero no estaba demasiado masificado. Se podía pasear tranquilamente y también ver a los locales vivir su día a día. Lo cual resultaba bastante relajado.
Volvería a ir a Olhão con los ojos cerrados. Fue una experiencia maravillosa en todos los sentidos. Me gustó su aire marino y su ambiente calmado. Sus estrechas calles adoquinadas por donde seguimos el itinerario fijado de la Rota das Lendas (Ruta de las Leyendas). Por las calles laberínticas del centro encuentras unas esculturas que explican las leyendas o relatos del lugar como: la gran escultura de Lenda do Arraúl, o la de Floripes (cerca del Mercado), o la de Menino de olhos grandes (una escultura que impresiona por el realismo del niño y sus hipnóticos ojos), entre otras.
En todo caso, siempre es un gustazo ir a Portugal y ¡qué bien se come en Olhão! ¡Qué bien se come en Portugal, en general! Deseo con todas mis fuerzas que sigan así y no sucumban a la comida rápida y anodina que encuentras en cualquier otro lugar. De hecho, nosotros comimos muy bien, al estilo portugués, en Loulé en el restaurante Flor da Praça. En Olhão fuimos al restaurante Terra i Mar, (salimos del restaurante muy satisfechos con la comida, acertamos) y al Petiscaes (restaurante asociado al alojamientro Casa do Poço). En la población de Fuseta, decidimos comer en el clásico y popular restaurante portugués À do Rui. En À do Rui tardaron mucho en servirnos, más de media, porque estaba muy lleno, a tope, pero comimos estupendamente a un precio razonable.
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