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Cantavieja, pura roca

Nuestra primera parada en Cantavieja fue en la Oficina de Turismo que nos facilitó un mapa de la población y nos indicó el mejor recorrido. Llovía, pero no nos importó y a mitad de la ruta salió el sol. Así que fue perfecto.


La ubicación de Cantavieja es inmejorable, en pleno Maestrazgo. La población se sitúa a 1300 metros de altitud y para llegar hasta ella, la carretera tiene que sortear un gran desnivel de terreno lleno de curvas que rodean este enclave y arriban hasta su cima. A su alrededor, se puede observar sus profundos barrancos.


El río Cantavieja da nombre a la villa. Antiguamente, la localidad estaba amurallada aunque, en algunas zonas, la propia piedra del barranco constituía una barrera natural y no era necesario la muralla. Han habilitado un sendero exterior para recorrerlas. Esta ruta o sendero circular no es largo, apenas un kilómetro. Resulta sencillo de recorrer y desde él se obtienen las mejores vistas de la población y una panorámica muy bonita de su entorno. Se puede observar con facilidad La Vega y El Rebollar.


En 1981, Cantavieja como otras poblaciones del Maestrazgo, fue declarada Conjunto Histórico Artístico. Su situación inexpugnable facilitó la vida desde el Paleolítico, por estar protegida del exterior debida a su propia dificultad para acceder a ella. También, su dificultad de acceso, permitió conservar de forma admirable su arquitectura. Se conservan construcciones de su etapa templaria y también de cuando estuvo bajo dominio de la Orden Hospitalaria tras la desaparición de la Orden del Temple.


En el centro histórico de Cantavieja, por la calle Pita, la calle Mayor y la calle Escorihuela podemos observar edificios medievales. En la parte central, se halla la plaza porticada Cristo Rey, en la cual se conserva la Iglesia Parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, construida en el siglo XVIII sobre otra anterior de estilo gótico. Allí también se encuentra el Ayuntamiento. Un edificio erigido en pleno apogeo del gótico que mantiene aún sus ventanas góticas y las vigas artesonadas. En la parte de atrás del ayuntamiento encontramos la muralla con el mirador El Portillo. Las vistas desde este mirador son prácticamente aéreas.


De la Orden del Temple permanecen en pie parte del castillo y su muralla. Uno de sus torreones se aprovechó como base para edificar una ermita la del Santo Sepulcro y el Calvario. Al espacio del interior del castillo se le ha dado una cierta utilidad. Es tranquilo y pasear por allí relaja. Hay unos banquitos de madera ideales para hacer una parada.

2 comentarios:

Paco Piniella dijo...

Lo de los templarios los pobres terminaron mal, pero se hartaron de dejarnos un patrimonio arquitectónico impresionante, ya no digamos en Portugal.

CarmeLa dijo...

Hola, Paco. Sí, nos dejaron un patrimonio soberbio.

Saludos