Desde Hervás cruzando el Puerto de Honduras por la CC-102, llegamos hasta Jerte, nuestra siguiente parada en Extremadura. Al atravesar, el puerto uno se da cuenta de la diferencia entre ambos valles extremeños. El valle del Jerte está encajado entre altas montañas, entre la sierra Tormantos y los montes Trasierra (Traslasierra) a pesar de que el valle del Ambroz también está rodeado de altos picos, no es ni mucho menos tan angostado como el del Jerte.
La población de Jerte es pequeña, con unas cuantas calles muy bonitas que conducen hasta la plaza de la Independencia y la iglesia de Nuestra Asunción, con su alta torre-campanario. Cruza paralelo al pueblo, el río Jerte que da nombre a todo el valle.
Teníamos una reserva en la Hospedería Valle del Jerte. No es la primera vez que nos alojamos en una Hospedería extremeña. Nos gustan, porque son prácticas. Puedes comer allí y los desayunos son correctos. La elegimos porque queríamos hacer el sendero hasta Los Pilones en la Garganta del Infierno y necesitábamos todo el tiempo para poder hacer las excursiones que quisiéramos por los alrededores. Jerte está muy bien situada para poder hacer todas las caminatas que teníamos programadas.
Había diluviado durante toda la noche y los arroyos bajaban con fuerza, pero esa mañana el sol se abrió entre las nubes y pudimos dirigirnos hacia los Pilones. Cogimos la calle Cilla hasta la plaza del Molino para poder cruzar el puente y así encaminarnos a la ruta que nos llevaría hasta el Mirador del Chorrero de la Virgen y a los Pilones. La ruta no tiene ninguna dificultad, atraviesa un tupido bosque, el Bosque Reboldo y diversos cerros. Desde Jerte a los Pilones y volver desde aquí son 7 kilómetros por una pista señalizada y fácil de recorrer. La recompensa no puede ser mayor. El paisaje de la Reserva Natural Garganta del Infierno es magnífico. Y las vistas desde el Mirador del Chorrero de la Virgen son imperdibles. Es un lugar mágico, donde la naturaleza se muestra con todo su esplendor y fuerza.
Llegamos a los Pilones acompañados por un gran rebaño de cabras montesas, denominadas por su raza como cabras Veratas. Conversamos con el pastor y nos relató un montón de anécdotas sobre el duro trabajo del pastoreo con cabras. Más amable, buena gente y simpático no pudo ser. Estaba orgulloso de su trabajo. No se imaginaba en otra ocupación. Ser cabrero es una profesión que le llenaba y le hacía estar en contacto con la naturaleza y los animales. Eso era lo que le gustaba. La vida sencilla, sin muchas complicaciones y enredos. Ligado a la tierra que amaba. Fue un momento que difícilmente olvidaremos. La grata compañía, la fuerza del agua bajando por los Pilones, el esplendor del paraje, y el sol tras la lluvia que acrecentaba los tonos verdes, marrones y ocres de la naturaleza. Pura lírica.
Tras la excursión, ya después de comer, decidimos visitar Tornavacas, último pueblo del norte del valle del Jerte para posteriormente dirigirnos a El Barco de Ávila. Habíamos dejado atrás Extremadura y estábamos en Castilla. En una población de la provincia de Ávila que nos sorprendió muy gratamente.
2 comentarios:
Tengo ganas de ir al valle del Jerte cuando estén los almendros en flor que por lo visto es precioso. Extremadura tiene el encanto de la naturaleza.
Hola, Paco
Sí, Extremadura tiene encanto, igual que el Alentejo portugués.
Para mi, la zona más bonita del Valle del Jerte está entre las pequeñas poblaciones de Jerte y Tornavacas. Allí el valle se estrecha y tiene un aire más salvaje. Jerte y Tornavacas nos gustaron. Son poblaciones más pequeñas que por ejemplo: Cabezuela del Valle, Navaconcejo y Valdastillas. Aunque también nos gustó: el Rebollar, Casas del Castañar y el Torno.
La Reserva Natural de la Garganta del Infierno es una lugar imperdible. Se puede ir andando desde la población del Jerte. En Primavera debe ser espectacular. Ya lo es en invierno.
Saludos
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