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11 abril, 2022

Alcántara, siglos de historia

En el trayecto desde Garrovillas de Alconétar, donde nos alojábamos, hasta Alcántara pasas por la pequeña población de Mata de Alcántara y por suaves colinas cubiertas de pasto, cereales, hierbas aromáticas y árboles de todo tipo, aunque principalmente encinas y olivos. Atravesando los prados, ves caballos en libertad, vacas con sus terneros, ovejas y cerdos de raza ibérica y alguna que otra cabra. Si alzas tu vista al cielo, verás volar y planear a las águilas imperiales, aves rapaces, pequeñas aves y tórtolas. Un verdadero paraíso natural, de lo más cercano a lo auténtico, muy lejos de las enormes granjas en las cuales los animales no ven la luz del día.


Todo este territorio está catalogado como zona ZEPA. Allí el hombre comparte, en armonía, el espacio con especies diferentes de animales.


Al llegar a Alcántara el termómetro marcaba un grado. Un manto blanco de rocío helado cubría cualquier vegetal. Las calles estaban resbaladizas. En el Ayuntamiento nos proporcionaron planos de la localidad. La oficina de Turismo a esa hora, temprana, estaba cerrada. Decidimos hacer una ruta por uno de los senderos paralelos al río Tajo. Escogimos el del lado soleado. La piedra pizarra estaba húmeda, helada y resbalaba. Realizamos un recorrido rápido, de 4 kilómetros, para entrar en calor. El paisaje era increíble. El Tajo emitía una bruma blanca por el contraste de temperatura entre el agua y el ambiente exterior. Una hora mágica para caminar. El musgo cubría amplias zonas boscosas y bajo algunos pinos crecían setas. Después de la caminata cruzamos el impresionante Puente Romano de Alcántara, monumental construcción de ingeniería civil romana, y también dejamos atrás el templo romano dedicado al emperador Trajano. Me emociona su magnífico estado de conservación y su antigüedad.






Alcántara dispone de un legado arquitectónico monumental. En la población puedes ver casas-palacios, ermitas, iglesias, zona amurallada, puertas de entrada, arcos medievales y la espectacular edificación de la Conventual de San Benito. Una obra que asombra por su magnitud y por su belleza.




Gracias a los folletos que nos dieron pudimos hacer un recorrido por los palacios de Alcántara que se hallan diseminados a lo largo y ancho de la villa como el Palacio de los Marqueses de Torreorgaz, la Casa de los Cabrera, la Casa de los Barrantes de Maldonado, la de los Arias de Quintanadueñas, la casa de los Oviedo, la Casa-Palacio de los Barco y seguro que nos dejamos muchas otras por ver.


El legado es enorme, con ermitas dentro de la población como la de Nuestra Señora de los Remedios o la de las Angustias. Asimismo, puede ver iglesias y conventos como el de la Iglesia de San Pedro de Alcántara y la Conventual de San Benito -tan monumental que necesitas tiempo para verla- donde hacen visitas guiadas. Conviene comprobar el horario de visitas y reservar hora. Además, vimos el Convento de las Comendadoras de Sancti Spiritus que se halla un poco más apartado del núcleo urbano y que se encuentra en un estado deplorable y prácticamente en ruinas. También puedes visitar o alojarte en la Hospedería de Alcántara, antiguo convento franciscano del siglo XV, situado en las afueras de la población.





Eso sí, necesitas tiempo para ver todo el patrimonio natural y arquitectónico de Alcántara. Nosotros fuimos dos días diferentes y aún así, no pudimos verlo todo con tranquilidad y sin prisas. Dormir allí es una idea excelente. Nosotros no lo hicimos, pero nos quedamos con ganas de pasar al menos una noche o dos en Alcántara.

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