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Sevilla y sus tópicos


Todos los tópicos más típicos que se dicen sobre Sevilla, tienen mucho de verdad: el embrujo de Sevilla; quién no ha visto Sevilla, no ha visto Maravilla; la magia y el hechizo de Sevilla; Sevilla para nacer; Sevilla es una categoría poética; Sevilla no se puede explicar; que tiene una luz y un color especial y así un montón. Es una ciudad en la que resulta fácil sucumbir a su belleza. Asombra, porque no hay esquina sin iglesias o conventos o pequeñas capillas, o casas palacios y los bares más antiguos siguen igual desde hace años, inmutables, porque no necesitan cambiar lo que fue excelencia y así continúa siéndolo. Sevilla es monumental, pero también es una ciudad de medida humana para vivirla y eso es lo que se hace en Sevilla. Seguramente, en verano, debido a las altas temperatuas, no será posible vivir la calle, pero el resto del año caminar por las callejuelas adoquinadas y laberínticas sin duda es algo muy gratificante. También es una ciudad con color. No es en absoluto gris. El albero, los ocres, los granates, los rojos, los azules forman parte del entorno de la ciudad. Se pintan las casas y se da color a la vista. Con todo, también existe una Sevilla que huye de sus tópicos y enriquece todavía más la ciudad.

 
 
 
 

He vivido Sevilla sin turistas y ha sido toda una experiencia novedosa. Podrías ir a ver cualquier monumento y estabas prácticamente sola. Ver la judería sin gente, poder dar la vuelta a la gran Catedral de Sevilla sin tropiezos, contemplar la Giralda desde una nueva perspectiva, pasear por el barrio de Santa Cruz, ver el Parque de Murillo. Ver el meandro del Guadalquivir desde el puente de Isabel II o desde la orilla de Triana. Algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad estaban cerrados temporalmente, como el Hospital Venerables o la Casa Salinas. En otros edificios, ni siquiera pude hacer una visita a su interior, por falta de tiempo. El patrimonio es tan grande que se necesitan muchos días para poder visitarlos, como la Casa de Dueñas, la bonita Casa Pilatos, la Casa Palacio de los Pinelo, Casa de los Padilla, Palacio de San Telmo, Palacio de Altamira, Palacio Guardiola o Casa de las Sirenas entre otras muchas más. Con la Exposición Iberoamericana de 1929, se construyó y se urbanizó Sevilla, cambió radicalmente la imagen de la ciudad como también pasó con Barcelona con la Exposición Universal. En Sevilla, algunas de las edificaciones que se erigieron se mantienen, otras han cambiado su uso. Se hicieron plazas como la Plaza Nueva, la Plaza de España o la Plaza del Museo. Una buena cantidad de pabellones se mantienen y se han transformado en consulados, como el bonito pabellón de Portugal o el neobarroco pabellón de Argentina, actual conservatorio de danza.

 
 
 
 

Ante tanta oferta, decidí acotar visitas. En Sevilla, tres días enteros no dan para tanto, así que por falta de tiempo no podía abarcarlo todo. Realicé una selección. Entre esta selección estaba la de visitar el museo de Bellas Artes. Esta pinacoteca se localiza en la plaza del Museo, en un antiguo convento del siglo XVII: Convento de la Orden de la Merced. Es un edificio con tres claustros y un patio, llamado el de las Conchas. Todo el arte que alberga tiene que ver con la ideología y el gusto de la época. Sobre todo contiene arte religioso y arte Barroco. Está lo mejor de Murillo y lo mejor de Zurbarán. Dos de sus obras te quitan el aliento: San Hugo en el refectorio de los Cartujos y la Virgen de las Cuevas. También, me impactaron otros lienzos de Zurbarán, sobre todo su obra San Jerónimo. El rojo-sangre-terciopelo, tan velazqueño, tan sevillano y el tratamiento de las telas y los pliegues de la ropa. Es una obra especial. En este museo además de pintura, puedes disfrutar de retablos y esculturas, por ejemplo de Mena y Montañés. Es una pinacoteca impresionante.

 
 
 
 
 

Solamente por ver a Zurbarán ya compensa la visita al museo, pero todo lo demás no lo desmerece, sino que todo suma. El edificio y sus claustros, la selección de las piezas, los techos y sus cúpulas, el artesanado de madera, trabajado como si fuera un sutil encaje. 

Pero, Sevilla guarda otra sorpresa: la culinaria. Las tapas. No puedo escribir sin que me entre hambre...

6 comentarios:

Teresa Lanceta dijo...

Lo pasamos muy bien

CarmeLa dijo...

Sí, lo pasamos bien. Esos momentos compartidos con las personas que realmente quieres, son los mejores.

Raúl dijo...

El barrio de Santa Cruz me encanta, el callejón del Agua es mi debilidad, saludos viajeros.

CarmeLa dijo...

Hola, Raúl.
¡qué pases un buen verano!
Saludos

Paco Piniella dijo...

En el museo de Cádiz hay una sala dedicada a Zurbarán.

CarmeLa dijo...

Gracias por la información. Ahora lo tengo pendiente....
De San Fernando y del Puerto de Santa Maria eran mis abuelos paternos. No conozco Cádiz,pero no por falta de ganas.