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Sarakiniko, la media luna


Aconsejados por Sofía, una de las gerentes del Vassilis Guest House, nos dirigimos dirección Perdika y Sivota, hasta la playa de Sarakiniko. Playa que comparte el nombre con otra famosa playa situada en la isla de Milos.


Tras tomar el desvío a la carretera secundaria, advertimos que la ruta se bifurcaba en dos. No obstante, enseguida nos dimos cuenta que cualquiera de las dos carreteras nos conducían hasta la misma playa. 

La carretera es estrecha y rural. Discurre por tupidos campos de olivos. La vegetación es tan espesa que los árboles son muy altos. Buscan la luz del sol.


Nosotros fuimos temprano para poder aparcar y coger sitio en primera línea de mar. Creo que es lo mejor, llegar pronto para poder coger sitio. 

De todos formas, comprendimos que la gente no llega a la playa hasta bien pasadas las 10 de la mañana. Nosotros llegamos a las 9 y prácticamente estábamos solos.

Sin embargo, una gran mayoría de personas llegó hasta la playa, sin coche. Llegaron en bote-taxi directamente desde Parga hasta la misma orilla de Sarakiniko. Si bien, puede tener sus ventajas, eso te obliga a depender de otra barca para regresar a horas convenidas y no cuándo te apetezca o te canses de tomar el sol.



Cuando aparcamos en una sombra nos fijamos que habían muchas sombrillas y hamacas vacías, no obstante, con el transcurso de las horas quedarían todas ocupadas.

En Grecia, en verano,  el sol aprieta con fuerza y es muy importante buscar una buena sombra, ya sea debajo de un árbol o bajo la sombra de un parasol. No puedes resistir el calor fuera del agua. Indudablemente, tienes que ponerte a resguardo del sol.


Sarakiniko es una playa bonita como muchas otras de esta región, pero me dio la impresión que era una playa muy popular y que recibía muchos más turistas que otras playas de los alrededores. Por otro lado, tal vez al ser una playa bastante cerrada dé la sensación de que hay una mayor ocupación sin ser necesariamente cierto.

        
     

Esta playa no es muy grande. Su configuración cerrada recuerda a la forma de la media luna. 

La vegetación llega hasta el borde de el mar a ambos lados de los acantilados de la playa. 

Solo unas pocas tabernas, apartamentos y restaurantes se localizan en ella. Existe una taberna colgada del acantilado. Vale la pena realizar el esfuerzo de subir por las empinadas escaleras. Tienes una buena recompensa, desde ese lugar las vistas al mar y la playa son sensacionales

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