Se mire como se mire, tiene cierta dificultad llegar hasta Cadaqués. Nosotros fuimos desde Roses por la estrecha carretera GI-614. Una carretera con muchas curvas. Un zigzag continuo.
La localización de Cadaqués, pese a la evidente dificultad de llegar hasta allí, es excelente sobre todo si te gusta caminar. Hay varios senderos señalizados que se adentran y recorren una buena parte del Parque Natural del Cabo de Creus. Puedes ver la belleza casi lunar del Paraje de Tudela o llegar hasta el inhóspito Faro del Cabo de Creus.
Cadaqués está edificado justo en medio del Cabo de Creus, sobre una compacta y endurecida roca. Entre las poblaciones de Port de la Selva y Roses. El Cabo de Creus tiene acantilados de vértigo, orografía complicada y una costa recortada y salvaje.
Las montañas que rodean Cadaqués son empinadas y férreas. Sobre todo la del macizo de El Pení. Con el tiempo el hombre ha intentado aclimatarse a un espacio tan agreste y duro, construyendo bancales dónde cultivar entre tanta piedra. Por la zona se cultiva el vino con DO del Empordà. Tiene merecida fama de ser un buen vino.
Mientras te vas acercando más y más a Cadaqués, la vides retorcidas forman parte de este peculiar paisaje.
La zona más antigua de la ciudad, se halla en las partes altas de las colinas que rodean el puerto y que forman el núcleo urbano de Cadaqués. Antiguamente, esta zona estuvo amurallada. Sólo quedan restos que se han utilizado para construir las casas. Las calles empedradas, con piedras de los alrededores, son resbaladizas cuando llueve.
En el frontal costero, puedes ver una amalgama de estilos arquitectónicos. Están asentados, edificios Modernistas como la Casa Serinyana, al lado de otros edificios de mitad y finales del siglo XX.
Dalí vivió una gran parte de su vida en Portlligat. En una casa construida sobre la misma piedra y cerca de una rocosa cala. Allí residió con su pareja y musa Gala, que fuera esposa del poeta dadaísta y surrealista Paul Eluard, pero esto es otra historia.
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