El fuerte calor del verano en Porto Heli, nos impedía salir del agua. Todos los días íbamos a la playa y nos quedábamos horas dentro del mar. Hacíamos lo mismo que cualquier otro veraneante griego. El mar con el calor atrae poderosamente.
Un día, el tiempo se levantó nublado y aprovechamos que el sol no picaba para ir al interior, a Dydima, para conocer sus famosos cráteres. Dydima se halla entre Nafplio y Porto Heli.
Desde la carretera, sólo puedes ver uno de los cráteres el de mayor tamaño, aunque para mí el más bonito y espectacular es el pequeño. El cráter pequeño está escondido entre pinos. Una gran pinada rodea el propio cráter. La entrada se realiza a través de una obertura en la roca. Cuando traspasas ese oscuro agujero, todo es luz y silencio.
Dos pequeñas, sencillas y bonitas ermitas o capillas pintadas de blanco y acopladas a la pared de la roca son todo lo que puedes ver allí. Estas capillas de origen bizantino son la Agios Giorgios y la de Metamorfosis. Simplemente son sencillas construcciones que aprovechan los huecos y el espacio semicircular de la pared del cráter para con una simple pared de ladrillo encalado, cerrar el espacio.
Si estás por la zona, merece la pena acercarse al cráter pequeño. Es un espacio espiritual y en cierto modo místico.
Por el contrario, la visión del cráter grande es más interesante desde lejos, de cerca decepciona.
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