En previsión salimos del hotel relativamente pronto; sobre las 9 de la mañana ya estábamos en marcha.
Llegamos a Pounta -pequeñísima población cercana a Neapolis- a las 10 de la mañana. En ese momento, el ferry estaba cargando los vehículos que querían llegar hasta la isla. Previo pago de 12,30 euros -que correspondía a dos personas y un coche- embarcamos sin hacer cola. Rápidamente.
Llegamos a Pounta -pequeñísima población cercana a Neapolis- a las 10 de la mañana. En ese momento, el ferry estaba cargando los vehículos que querían llegar hasta la isla. Previo pago de 12,30 euros -que correspondía a dos personas y un coche- embarcamos sin hacer cola. Rápidamente.
El trayecto de 570 metros de distancia se hace en menos de un cuarto de hora. Está organizado a ritmo de un reloj suizo. Se percibía que estaban acostumbrados a una mayor afluencia de vehículos.
Al salir del ferry, ya se aprecia un cartel que anuncia la playa de Simos. Se halla a 4,5 kilómetros del puerto.
Al salir del ferry, ya se aprecia un cartel que anuncia la playa de Simos. Se halla a 4,5 kilómetros del puerto.
Simos beach se localiza al sur de la isla y aunque se le conoce por este nombre, realmente la playa se divide en dos playas separadas: Frago beach y Sarakiniko beach. En ninguna de esas dos playas hay árboles, pero si una extensa y espectacular zona dunar.
Al llegar a la playa encontramos aparcamiento sin dificultad y nos dirigimos a la zona de sombrillas y hamacas del Buddhas. Elegimos dos hamacas comodísimas y un parasol tupido de hojas de palmera y cañas que proporcionaban una compacta sombra. Nos costó 10 euros. No nos pareció caro tras ver la playa y lo que ofrece. La popularidad de esta playa hace que todo el entorno se encarezca, pero de todas formas es mucho más barato que otras playas populares del Mediterráneo en plena temporada alta, como las de Capri, Ibiza y no digamos el noreste de Cerdeña.
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El agua de Simos beach es cristalina de un azul celeste en alguna zona y, en otras, de un azul turquesa. La blancura y la pureza de su arena es envidiable. Recuerda a las bonitas playas de arena blanca de algunas playas del Caribe. Hasta el agua es más caliente aquí que en otras playas de Grecia. La templada temperatura del agua se debe sin duda a que el mar no es muy profundo y se asemeja a un inmenso cristal traslúcido que absorbe la luz y el calor del sol.
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