El pueblo de Sarratella o Serratella disponía de una buena red de
rutas para practicar senderismo y que tenía unos alrededores estupendos. La
dificultad para llegar hasta él, le protegían de la especulación.
Pese a estar a pocos kilómetros de Peñíscola, Alcossebre, Oropesa y Benicàssim, su
relativamente difícil acceso le mantiene apartado del exceso del turismo de costa.
Desde Sant Jordi, por la comarcal CV 10, pasando por Sant Mateu y
Salzadella, llegamos finalmente por una estrecha y tortuosa carretera - la CV154 - hasta Sarratella. Desde esta carretera de curvas cerradas, el paisaje es de
vértigo porque en muy pocos metros se llega hasta Sarratella que está prácticamente a 800
metros de altura con respecto al mar.
El pueblo sólo tiene unos 100 habitantes. Allí la tranquilidad está asegurada y también el descanso. En otros tiempos, llegaron a vivir allí más de 700 personas.
Los alrededores de Sarratella son de los más bonitos que hemos visto. El campo estaba repleto de flores de colores y de hierbas aromáticas: amapolas, retama, tomillo, romero y lavanda.
Por los solitarios caminos, veías cruzar a las liebres y a las cabras montesas. Podías ver en cada rincón pastar a los caballos. En los húmedos márgenes, el croar de las ranas era constante. Las golondrinas emitían su peculiar sonido, mientras cruzaban una y otra vez el cielo de Sarratella. Un lugar entrañable.
El alojamiento elegido por nosotros fue el hotel Abadia del Maestrat. El hotel se proyectó y restauró bajo patrocinio del Ayuntamiento y de la Generalitat Valenciana para incentivar turísticamente la zona. Restauraron una antigua casa, en la plaza de Sant Miquel, adyacente a la iglesia del pueblo. La localización del hotel no puede ser más peculiar.
Cuando llegamos al hotel, nos recibió Mario, un joven emprendedor, con una
amplia sonrisa. Una calurosa bienvenida. Ya que llegar hasta allí es toda una aventura.
A nosotros no nos asustan las aventuras. Al contrario, nos motivan.
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