Peñíscola es una población de unos 8.000 habitantes, que
en verano llega a rozar la cifra de unos 200.000 pernoctadores. Es la típica
ciudad turística de veraneo, como algunas otras del Mediterráneo. Se localiza
en la provincia de Castellón. Al norte linda con la provincia de Tarragona, al
sur con Valencia.
Peñíscola es famosa por haber sido sede pontificia. Aquí vivió durante años Benedicto XIII, conocido como Papa Luna. Actualmente, también es famosa por sus largas playas de arena fina.
Llegamos a Peñíscola temprano para poder ver el castillo
y la zona del casco viejo. Aparcamos sin dificultad muy cerca del puerto y del peñón.
Seguro que porqué estábamos fuera de la temporada alta. Aunque, ya se podía
intuir que en verano debe resultar imposible encontrar un hueco para aparcar. Una
gran parte de la zona comercial es peatonal y en otras calles no
peatonales, el aparcamiento era de pago.
Te puedes hacer una idea de lo muy
turística que debe ser la ciudad en verano, sólo observando la cantidad de
aparcamientos de pago que existen diseminados a lo largo de la Avenida Papa
Luna. También, por la cantidad de apartamentos de segunda residencia que se han
construido en paralelo al mar, sin contar con evidente gran oferta hotelera que
existe a pie de playa.
A primera hora de la mañana, por las calles del centro comercial
se respiraba tranquilidad. El día despertó sin una nube, sabíamos que el sol
apretaría con fuerza a partir de las 10 de la mañana. Así que atravesamos el
puente y llegamos hasta una de las entradas de la muralla y por la que se
accede al protegido centro histórico de Peñíscola.
Esta antigua fortaleza y la mayor parte del centro histórico intramuros lo construyeron sobre un rocoso y desafiante peñón.
Esta antigua fortaleza y la mayor parte del centro histórico intramuros lo construyeron sobre un rocoso y desafiante peñón.
A finales del siglo XIII, la orden de los Caballeros Templarios
re-construyeron parte de la zona amurallada y edificaron el actual Castillo, sobre
los restos de una antigua alcazaba. Para ello, aprovecharon la estructura
natural del peñón de 64 metros de altura. Los altos muros macizos de la fortaleza de
aire militar y la construcción típicamente mediterránea de las estrechas y
sinuosas calles del centro histórico te remiten al medievo. Claro que, en estas
tranquilas y estrechas callejuelas ahora han proliferado una gran multitud de
tiendas de regalos para consumo exclusivo de los turistas que visitan el
Castillo. Esto te devuelve de un plumazo a la realidad actual.
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