Llegamos a Moraira justo antes del anochecer. Una luna enorme asomaba por la loma del peñon Cap d'Or. A esa hora, se respiraba tranquilidad. La verdadera razón, de esa aparente calma, era que estábamos en temporada baja.
Lo que en un principio era una sencilla y pequeña villa marinera que servía de puerto de embarque para las uvas pasas producidas en Teulada se ha transformado en una población grande y completamente orientada hacia el turismo. Este hecho, se debe no sólo al paso del tiempo, sino también a su proximidad con dos de los núcleos turísticos más importantes de la Costa Blanca como son Jávea y Calpe.
En sus alrededores, se han edificado una gran cantidad de urbanizaciones. Muchas de las cuales, por su localización estratégica, nos impiden contemplar el verdadero paisaje mediterráneo de esa zona.
Hoy en día, el pequeño puerto pesquero se ha convertido en una gran puerto deportivo. Perpendicular al puerto, justo en el frontal marino de la villa, se ha adecuado un sencillo paseo que discurre paralelo al mar.
En este paseo, se halla el Castillo de Moraira que data del siglo XVIII. Desde aquí, las panorámicas del Peñon de Ifach - silueta de Calpe - son magníficas, sobre todo con la puesta del sol.
Me imagino que esta área geográfica, en los años sesenta y setenta, debía estar poco urbanizada y por lo tanto el paisaje típico mediterráneo debía de primar al del ladrillo actual.
Los altos acantilados, el campo con olivos y pinadas y el suave clima de la zona han atraído, desde hace muchos años, a un sinfín de extranjeros. Muchos decidieron quedarse a vivir aquí, como el excelente escritor de novelas policíacas, Chester Himes, que a finales de los sesenta se instaló aquí.
Si quieres alojarte en Moraira puedes hacerlo en el hotel la Sort justo delante del mar, en el hotel Swiss Moraira, en Gema Hotel o en Los Limoneros. Todas son buenas opciones para diferentes economías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario