Nosotros ya conocíamos la ciudad porque el año pasado estuvimos de visita, una corta visita. Pasamos apenas un día y no pernoctamos en la isla.
Este año decidimos pasar una semana en Paxos. Así que desde Lakka, donde habíamos establecido nuestra base en la isla, pudimos visitar Gaios con más calma y sobre todo pudimos nadar en sus pequeñas y protegidas calas rocosas existentes a lo largo del paseo Georgios Anemogiannis, que discurre paralelo al mar. Aquí encuentras unas cuantas zonas de baños con escaleras para acceder al mar. No son las típicas playas. Son más rocosas y de un acceso más complicado. Entre ellas están las playas de: Bartek, Gianas y Plakes.
En Gaios, la mañana nos pasó rápidamente, así que aprovechamos que estábamos cerca de las playas para comer en uno de sus restaurantes. Buscábamos también que después de la comida no tuviéramos que hacer grandes caminatas hasta regresar y darnos un chapuzón en una de las calas del paseo Georgios Anemogiannis. El restaurante escogido fue el Genesis. Cómodo, familiar, tranquilo, limpio y con buenas y tupidas sombras. Recomendable, en una palabra.
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