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10 enero, 2022

Molinos, en Teruel

El Maestrazgo de la provincia de Teruel depara al visitante curiosas sorpresas. En un entorno casi marciano, donde el frío y el calor son intensos, donde la vida fluye en un ambiente rural duro, desnudo, en general árido pese a las lluvias o a la intensa nieve o quizá por esa misma razón, descubres lugares con un paisaje acogedor, tranquilo y sencillo.


Entre la aparente aridez, surge un barranco donde fluye o discurre el agua de los múltiples ríos y afluentes que atraviesan esta comarca del Maestrazgo, como el río Guadalope, el Bordón, el Cantavieja, el Pitarque, o el río Guadalopillo. Entre peladas montañas y valles donde pastan las ovejas y las cabras, donde se cultiva el trigo o se edifican grandes granjas de animales, surge la vida en forma de riqueza arbórea. Aquí los inviernos son duros, de temperaturas extremas que condicionan la vida de muchos pueblos de esta comarca vaciada. Sin embargo, en verano, la vida resurge en muchos de estos lugares. Molinos es uno de esos pueblos que en verano se llenan de vida.

     
    

En esta población cercana a Alcorisa y a Calanda, los casi 330 habitantes se cuadruplican con el estío. Es comprensible. Es una localidad bonita y su situación geográfica, con sus formaciones rocosas, la hacen única.

Se aprovechó el terreno abrupto para construir los edificios alrededor del río. Río que forma un alto barranco, el de San Nicolás. A ambos lados del río, se han construido la mayoría de los edificios. Molinos tiene una extraordinaria plaza aporticada. Dividida en dos zonas: la de la Iglesia y la del ayuntamiento.

 
 

Justo en la zona del ayuntamiento, está ubicado un bar de tapas muy recomendable: El Fontanal. Da gusto que aún queden bares dónde se respeta el buen hacer de las tapas, aunque dotándolas de un toque creativo.


Bajo uno de los arcos de esta plaza, mientras degustamos las tapas, nos hubiéramos quedado a vivir allí. La animación es continua y entretenida. Una buena sombra, buena comida y tranquilidad. No se puede pedir más.

   

Una de las razones de visitar Molinos era la de conocer sus famosas Grutas de Cristal. Se trata de un conjunto de grutas descubiertas en los años 60 por unos espeleólogos. Están a apenas 4 kilómetros de Molinos. Se reserva por cita previa ya que es es una gruta muy visitada. El coste es de 9 euros por persona y la visita se realiza en pequeños grupos. No se pueden hacer fotos y conviene llevar ropa de abrigo, porque dentro la temperatura es de 13 grados. Hay dos grandes cavidades: la sala de los cristales y la sala marina. En ambas, pueden contemplarse bonitas formaciones: estalactitas, estalagmitas, coladas, discos, columnas, cristales o cortinas. Esculturas o estructuras naturales que se forman con el agua filtrada durante siglos por las rocas calizas de estas montañas calcáreas.
Existe también otra cueva cercana, pero está cerrada al público.

 
 

Nos gustó mucho Molinos, su arquitectura, su localización y sus cuevas.

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