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15 octubre, 2019

Llegada a Corfú

Corfú es una isla recortada con altos acantilados, bonitas ensenadas y playas de diversos tipos: guijarros, rocas con posidonias y de arena fina. Su superficie es de unos 590 km2. Siendo la segunda isla más grande de las Jónicas, por detrás de Kefalonia. De norte a sur hace 85 kilómetros. Es mucho más larga que ancha. Su población aproximada es de 100.000 habitantes. En la capital, viven unos 30.000 habitantes. La isla y su capital tienen la misma denominación: Corfú.


La naturaleza de Corfú es exuberante. Lo es en verano y no me puedo imaginar cómo debe ser en primavera. El rocío de las mañanas impregna de humedad y fertiliza la densa vegetación de la isla.
Su costa irregular es impresionante, sin embargo su biodiversidad es todavía más espectacular.


Llegué a Corfú un poco asustada, después de abonar la reserva de los alojamientos, había leído que era una isla muy turística. Así que, dejé el norte más conocido y con mayor posibilidad de encontrarte con muchos visitantes, por la zona cercana al Lago Korisson desde Agios Mattheos hasta el pueblo de Vitalades. Una área mucho menos conocida. Desde este sector, cubríamos tanto la costa occidental como la oriental. De hecho, nos plantábamos en poco tiempo en un lado o en el otro de la isla.

   

 


El tramo más estrecho de Corfú, solamente tiene 7 kilómetros. Esto nos facilitaba mucho los desplazamientos. Podíamos elegir ir a una costa o a la otra. De esta forma, seleccionábamos, durante el día, qué playa nos apetecía más. Si queríamos playas tranquilas u otras con mayor posibilidad de que hubiesen olas. Había que tener en cuenta que la costa occidental era a mar abierto, mientras que la costa oriental tenía justo delante suyo la costa del Epiro - Igoumenitsa, Perdika y Sivota- estando, por tanto, un poco más protegida del viento.

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