Cuando llegas al alojamiento "El Secanet", no puede uno imaginarse que esas blancas paredes de la fachada de la casa escondan tras de sí un auténtico vergel mediterráneo. Su exterior es discreto y sencillo, pero el interior se abre a un bonito y original jardín con jazmines, buganvillas, plantas aromáticas y árboles frutales.
Nunca antes habíamos estado por esta zona de la provincia de Valencia, en dónde se emplaza "El Secanet". No conocíamos, ni teníamos referencia alguna de esta comarca del Camp de Morvedre y menos aún de Algímia d'Alfara, pequeño y tranquilo pueblo valenciano donde se ubica este pequeño hotel.
Esta área geográfica es relativamente plana y fértil y se localiza entre la Sierra de la Calderona y la de Espadán. Desde luego, un vergel entre dos sierras.
Nos recibió con una amplia sonrisa Gemma, la propietaria del establecimiento. Por nuestra experiencia personal, el que te reciban calurosamente ya da muchas referencias del alojamiento. El alojamiento puede ser lo que esperabas o te puede defraudar, pero un cálido y sincero recibimiento te hace sentir como si ése fuera tu hogar. A nosotros, no nos defraudó.
La localización del establecimiento entre un mar de naranjos y en un tranquilo pueblo valenciano es uno más de los aciertos del lugar. El primero, cómo no, la cortesía y atención sincera de los propietarios. Otro de los aciertos es la cómodidad de la cama. No pocas veces, resulta complicado encontrar un buen colchón en un hotel. Unos pecan de duros, otros se hunden.
Los desayunos del alojamiento son otro de sus puntos fuertes. Digno de resaltar. Lo sirven en una zona común con grandes ventanales que lindan al jardín y a la agradable piscina. El color azul de la pared de la terraza, le da un aire fresco y relajante al salón interior dónde se sitúa el comedor.
Tras un reparador descanso, qué mejor que un energético y creativo desayuno para comenzar con fuerzas la jornada. Servido, cada mañana, a la hora convenida de antemano. Un lujo.
Nos despertábamos con el amanecer del sol sobre los naranjos. No cerrábamos las persianas, porque las vistas desde la cama eran hipnóticas. No podías dejar de admirar el paisaje y la calma que respiraba todo el sugestivo entorno. Relax.
Tras nuestra estancia en "El Secanet", regresamos a nuestra rutina diaria con fuerzas renovadas y descansadísimos... y con un montón de kilos de exquisitas naranjas que compramos por la zona.
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