Hacia muchos años que no iba a la capital de Girona. Quería ver cómo había cambiado la ciudad, en todos estos años, así que nos dirigimos allí una soleada mañana.
Aparcamos en un parking cercano al centro histórico. De esta forma nos despreocupábamos de buscar sitio.
En menos de 10 minutos nos plantamos en la plaza del Ayuntamiento.
La ciudad está tan bonita como la recordaba. Mejor dicho, más bonita aún, de como la recordaba. Rehabilitada, tranquila y limpia. El río Onyar la cruza y le da un aire especial y una tonalidad brillante.
Resulta muy agradable pasear por sus animadas calles, como por la Rambla de la Llibertat o por la calle dels Ciutadans, mientras observas curiosa la multitud de comercios de todo tipo que hay de punta a punta. Sobre todo puedes ver una gran cantidad de edificios Góticos, Modernistas y Noucentistas.
Pasamos por la plaza Mercaders, para coger la calle dels Ciutadans que nos llevaría hasta la plaza de l'Oli y de allí al Call o barrio judio. Toda esta zona de la judería está muy cuidada y restaurada con verdadero esmero. En un lugar privilegiado del Call, han habilitado un edificio espectacular para poder albergar allí el Museu d'Història dels Jueus (Museo de Historia de los Judíos). Una visita interesante.
Por la calle de la Força, llegamos hasta una de las zonas más elevadas de la ciudad. Coronando la cima se yergue imponente la Catedral de Girona.
Decidimos entrar y ver la Catedral, el Tesoro Capitular, el Claustro de la Catedral, la Basílica de Sant Feliu. Además, también nos acercamos a conocer los Baños Árabes y el Valle de Sant Daniel. Ya os contaré cómo fue de gratificante estas experiencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario