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Micenas

Llegamos a Micenas sobre las 9 de la mañana, prácticamente, a la misma hora que la visita, del día anterior, al Santuario de Asclepio en Epidauro.


Sólo llegar ya intuimos que el recorrido iba a ser mucho más duro y caluroso que el del Santuario de Asclepio. El parking es más pequeño y desde él no se veían sombras por ningún lado. Micenas ocupa una colina pelada, sin aparente vegetación.

La entrada era un poco más cara que la del Santuario de Asclepio. Nos costó 8 euros por persona.



Una de las entradas al palacio de Micenas se realiza a través de la formidable Puerta de los Leones. Una de las entradas a un recinto arqueológico más fotografiadas del mundo antiguo.

La Puerta de los Leones es un monumento arquitectónico único. Está compuesta por 4 bloques monolíticos. El umbral y el dintel pesan más de 20 toneladas. En el dintel hay representados 2 leones esculpidos en la piedra.

Todo el conjunto se halla fortificado y se entraba a él mediante dos puertas: una situada en el noroeste, la Puerta de los Leones, y otra más pequeña al norte de la Acrópolis. La Acrópolis ocupa una extensión de 30.000 m2.

Las murallas fueron construidas en diferentes fases. La primera data de mediados del siglo XIV antes de Cristo. Tiene un espesor de 5 a 8 metros. No se conserva la altura original, pero se calcula que sería en torno a 12 metros de altura.

En la cima de la colina se construyó el Palacio Micénico. Cerca de la Puerta de los Leones se halla el círculo de las Tumbas Reales.


Otros edificios de la Acrópolis de Micenas son los conocidos como Taller de los Artistas, Casa de las Columnas, Edificios C y D, Casa A y B, Almacenes.


Varios pozos recogían el agua de la lluvia. Existe también una fuente subterránea que se encuentra bajo la muralla, bajo tierra y que mediante un túnel excavado en la roca llega hasta un estanque cuadrangular de 5 metros de profundidad. Necesitas una buena linterna para bajar hasta allí, porque la oscuridad es total.
En la Acrópolis sólo residía el rey, la familia real y otros oficiales de Estado. En los extramuros vivía el resto de la población. Residían en poblados cercanos a la colina de la Acrópolis real. Estos poblados estaban compuestos de pequeños grupos familiares que moraban en viviendas construidas una al lado de la otra, separadas por corredores estrechos e irregulares.

A unos 40 metros de distancia de la Acrópolis se halla el Tesoro de Atreo o Tumba de Agamenón.  Se trata de un imponente edificio construido en el siglo XIII antes de Cristo. Con paredes verticales de 36 metros de largo y 6 metros de ancho. Con una cúpula de 33 hileras de bloques regulares de piedra. La entrada se realiza a través de una fachada monumental de 10 metros de altura y que en la antigüedad a derecha e izquierda de la entrada se situaban 2 semi-columnas sobre una base cuadrada. Quizá fuera éste el edificio de toda la Acrópolis que más me impresionó.


El museo de Micenas que se halla en la misma colina que la Acrópolis contiene piezas encontradas por los alrededores: figuras en barro, cerámicas, espadas, piezas votivas etc. También existe una copia fiel del Tesoro de Atreo.

Se agradece entrar en el museo, no sólo por ver las piezas arqueológicas que son magníficas, también porque la temperatura exterior en verano es alta y dentro puedes estar  a unos 20 grados. Merece la pena entrar al museo y disfrutar del recorrido.



Con la entrada de 8 euros accedes al museo, a la Acrópolis y a la Tumba de Agamenón. Así que no resulta nada cara para lo que se ofrece. Para mí, poder ver el Santuario de Asclepio y Micenas, no tiene precio.

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