El
hotel está situado en una pequeña colina, con vistas al valle del río Lima. Su diseño
contemporáneo contrasta con la ruralidad del entorno. Es un hotel donde la luz
y el paisaje están presentes y son sin dudarlo los componentes más importantes. Por esa razón, las
grandes cristaleras se orientan hacia el paisaje exterior.
Nuestra habitación era grande y disponía de un amplio espacio complementario, con un gran sofá. Ideal
para leer o para descansar. La habitación cálida, acogedora y con todos adelantos
robóticos para seleccionar el aire y la luz. Las luces se encendían simplemente
pulsando el panel de control. El espacio del baño también era considerable y la ducha sencillamente perfecta. Aunque, desde luego, la
cama es sin duda uno de sus fuertes. Nuestra cama era comodísima. Durante nuestra estancia allí, descansamos de
verdad.
Nos alojamos en una habitación con salida directa al jardín y la piscina.
Los desayunos se sirven en un salón acristalado, con bonita decoración. A la vez, resalta su sencillez, para que lo más importante sean las vistas al paisaje. El desayuno correcto, con lo habitual.
Me parecieron buenas las infusiones, pero
lo mejor del desayuno son, sin duda, las panorámicas vistas a la montaña y al
valle.
En
algunos detalles se nota que acaban de inaugurarlo y que al hotel le falta rodaje, pero
nada importante, la verdad. Recomiendo el hotel y también recomiendo perderse
por las carreteras rurales de la zona del Valle de Lima.
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