Las
buenas críticas que leí sobre el hotel me convencieron. Elegí la suite Açucar. Una
habitación abuhardillada, con techos y suelos de madera y todo, también la
decoración, pintado en blanco. Un espacio acogedor con buenas vistas a la
Igreja Matriz.
Tenía detalles de bienvenida como una cafetera, agua embotellada y un calentador de agua para hacer un té.
Tenía detalles de bienvenida como una cafetera, agua embotellada y un calentador de agua para hacer un té.
Llegamos
al alojamiento por la tarde. La habitación estaba fría y tardó mucho en
calentarse, yo diría que no se calentó del todo. El colchón no era de los más
cómodos en los que he dormido. El baño frío y con una alta bañera de difícil
acceso. Las campanadas de la iglesia se oyeron hasta las 22 h. y volvieron a
sonar a las 8 de la mañana. Si tienes el sueño ligero puede incomodar. Por lo
demás, un lugar agradable con un amable servicio.
En
la planta del hotel, en la cafetería, se sirven los desayunos, también menús al mediodía. El desayuno, simplemente correcto. Con lo típico, pero además con
zumo natural de naranja. Cosa que agradecimos.
La cafetería era una antigua mercería y mantiene aún parte de la decoración de hace más de un siglo. Un curioso, sorprendente y bonito lugar.
La cafetería era una antigua mercería y mantiene aún parte de la decoración de hace más de un siglo. Un curioso, sorprendente y bonito lugar.
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