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Rabat, en Malta


Pese a la apabullante espectacularidad de La Valletta, mi lugar preferido en Malta es, sin dudarlo, Rabat y Mdina. Y ello a pesar de que fue pura casualidad que escogiera Rabat para alojarnos. Lo elegí porque quería una estancia cercana al norte y a la playa Golden Bay y también porque nuestro siguiente alojamiento estaría en el sur, en Marsalokk. De esta forma, era más fácil abarcar todo lo que queríamos visitar. Posteriormente, ya en Malta, nos dimos cuenta de la dificultad que conlleva circular por el diminuto país. Malta es una isla pequeña y muy poblada, repleta de carreteras estrechas que atraviesan pequeños o grandes núcleos urbanos. El único trazado sencillo y sin apenas complicaciones es el acceso al aeropuerto. Está bien señalizado y la carretera es una autovía donde se puede circular a más de 60 kilómetros hora. En la mayoría de carreteras de la isla el límite es de 50 km/h y en no pocos tramos de 30 kilómetros hora.


Nuestro alojamiento en Rabat estaba situado en una callejuela peatonal de la zona centro de la ciudad. Un pequeño hotel, el Adelphi Boutique, con pocas habitaciones. La que nos correspondió era grande, confortable, con terraza con buenas vistas, una gran cama y un sofá para relajarse. La televisión era enorme, con muchos canales internacionales, sobre todo italianos (supongo que por su cercanía a Sicilia). La decoración, peculiar. Los desayunos, muy completos. Repetiría sin dudar el mismo alojamiento, sobre todo por su ubicación relajante, céntrica, bonita y también por la amabilidad de la gerencia.


La localización de este hotel era la ideal para nosotros, cerca de la Iglesia Parroquial de San Pablo (il-Kolleġġjata u Proto-Parroċċa ta' San Pawl), de las Catacumbas de San Pablo, de la Domus Romana, de la IMdina, de buenos comercios y de los mejores bares y restaurantes de Rabat. Asimismo, me volvería a alojar en Rabat sin dudarlo ni un momento. Me gustó el ambiente de sus calles, lo tranquila que es por las noches, la limpieza existente en la población. También el hecho que sea una ciudad “de verdad”, donde se puede apreciar la vida cotidiana de los malteses, llevando a los niños al colegio y comprando en panaderías de toda la vida (como en la Falzon bakery) o en las farmacias o supermercados. Sí, la visitan muchos autocares sobre todo para ver la ciudad fortaleza de Mdina (Imdina), pero los autocares se van por la tarde y la población vuelve a la calma.


El entramado de calles del centro de Rabat recuerda a las pequeñas ciudades del litoral mediterráneo de Italia, Grecia o España, y también a las del norte de África. Un entramado medieval, laberíntico, con pequeñas casas en piedra beig y ocre con patios ajardinados. Si uno no tiene buena orientación, resulta sencillo perderse. Aunque eso es precisamente una de las mejores cosas que puedes hacer para ver como es la auténtica vida allí. Con todo, el turismo, y lo que conlleva el turismo, ha desplazado del centro de Rabat a muchos de sus antiguos habitantes, que han optado por alejarse a la periferia.


Hay mucho que ver y hacer en Rabat. Por ejemplo, visitar las Catacumbas de San Pablo y la Iglesia de San Pablo. Deambular por su centro histórico para poder apreciar su arquitectura maltesa, las bonitas puertas de colores, las calles decoradas con macetas, las aldabas de las puertas (que siempre constituían una sorpresa), esos coloristas balcones o adentrarse en la Domus Romana.


Otro de los aciertos de alojarse en Rabat es su cercanía a la hermosa Mdina. Mdina es increíblemente bonita y, en la que viven cerca de 70 personas, Rabat es más de mi gusto, más sencilla, cotidiana, con más ambiente callejero. Sobre todo, si buscas alojarte en una ciudad auténtica. Llena de vida en sus calles, con comercios, escuelas, farmacias, panaderías, librerías, cafeterías, bares y restaurantes. Además, como aliciente añadido, muy cerca de Rabat se encuentra la magnífica playa Golden Bay.


A pesar de estar alojados en Rabat y después en Marsalokk, fuimos dos días a diferentes horas a La Valletta. En ambas ocasiones, llegamos en góndola desde Il'Birgu dado que era mucho más sencillo aparcar el coche en Il'Birgu (la Vitoriosa) que en la Valletta. La arquitectura y el espacio geografico de las tres ciudades (Il'Birgu, ​I​l Kalkara y Bormla) y la Valletta es sencillamente abrumador. Impactante.

Loulé, Algarve interior


Uno de nuestros cuatro días de estancia en la zona de Olhão lo dedicamos a visitar Loulé.

No fuimos por la autovía que conecta Olhão con Faro y Faro con Loulé. Preferimos perdernos un poco por las carreteras comarcales del interior. Son carreteras pequeñas que forman una red de comunicación entre pequeñas aldeas, pueblos y pequeñas urbanizaciones. La M1312 que pasa por el Barranco de São Miguel y muy cerca de Estoi y São Brás de Alportel fue nuestra primera opción, pero cómo se complicaba el trayecto, por la Serra do Caldeirão y ya no sabíamos qué desvío tomar, nos incorporamos a la N125. Ésta conecta Faro con Loulé. La N125 sin ser una autovía es mucho más amplía que las carreteras comarcales por las que pasamos circulando. Se trata de una carretera nacional, mejor señalizada y más ancha.


Loulé es una población de más de 60.000 habitantes. En la zona del centro de la ciudad el aparcamiento es de pago y existe una amplia zona con calles peatonales o de acceso restringido a los vehículos. Así que, tuvimos que dar algunas vueltas hasta encontrar finalmente un lugar para el vehíclulo.

Habíamos leído que Loulé era una población auténtica del Algarve. Así que ese fue el motivo de nuestra visita a la ciudad. Nos encontramos con una población cuidada en la que destaca un bonito castillo y un gran mercado municipal, que vertebra la ciudad.


El Mercado Municipal de Loulé es impresionante. Grande, con cuatro pabellones y cuatro puertas de entrada. Se inauguró en 1908. Es una construcción en estilo neo-árabe dentro de la corriente artística del Art-Nouve. El mercado estaba abierto. Es muy bonito. Está bien rehabilitado y muy limpio. La zona que rodea el mercado es la más interesante y bonita de todo Loulé. De hecho, comimos muy bien en un restaurante muy cercano al Mercado, en el renovado Flor da Praça.



Por sus alrededores encontramos muchas cafeterías y restaurantes. También entramos en una de sus cafeterías históricas, la de Calcinha. No lejos de está zona central de Loulé se encuentra la Cámara Municipal (ayuntamiento), la antigua Casa dos Barretos con los baños árabes, el antiguo convento del Santo Espíritu, el casco histórico y la entrada al Castillo.


Desafortunadamente no pudimos visitar el Castillo porque cierra los lunes, justo el día de nuestra visita. Así que nos quedamos con las ganas de ver su interior. Pintaba bien. El edificio tiene una base antigua, probablemente del siglo II, con una ampliación en el siglo XIII y una reconstrucción en el siglo XVIII. Un poco más lejos podéis visitar el antiguo cementerio reconvertido en un parque: el Jardim do Amuados y justo delante del parque se halla la bonita Iglesia Matríz de São Clemente.


Nos lo pasamos muy bien visitando Loulé. Una ciudad con mucha vida en sus calles, agradable y con buenos comercios. Fue una buena opción.

Parque Natural da Ria Formosa, desde Olhão

Pese a la evidente fragilidad del entorno, el Parque Natural Ría Formosa es un gran espacio de una biodiversidad que asombra. Las mareas llenan o vacían de agua del mar el terreno que lo circunda. Un terreno ideal para formar salinas. Este inmenso humedal se extiende a lo largo de 60 kilómetros de costa y abarca unas 18.000 hectáreas de territorio de una gran riqueza de flora y fauna. Cuando baja la marea, el terreno se vuelve un poco pantanoso y es posible observar multitud de animales en su rico hábitat. Un entramado de islas crean un sistema protector para la costa. Son cinco islas las que rodean este enclave: Armona, Culebra, Deserta (Barreta), Tavira y Cabanas. Todas ellas se extienden a lo largo del vasto litoral protegiendo las ciudades del envite del mar Atlántico. Forman ensenadas y bahías que protegen el espacio. Las numerosas playas se forman tanto en la zona de la ría como en el mar. Se trata de arenales marinos con vegetación dunar donde se agolpan multitud de aves tanto residentes como migratorias, flamencos, cigüeñas, abubilla, gaviotas...


Cuando visitamos el PN da Ria Formosa ni por asomo nos podíamos imaginar la gran variedad de este territorio. Se suceden los arenales de arena fina, casi blanca, que con la marea baja dejan al descubierto un gran número de conchas de bivalvos, navajas y almejas de todo tipo. Un inmenso espacio dunar en el cuál han construido unas pasarelas de madera para proteger la duna y su frágil flora del paso de los visitantes.



En 4 días de estancia en Olhão, tuvimos que seleccionar qué ver. No deseábamos hacer una visita superficial del Parque Natural de Ría Formosa. Queríamos conocer a fondo su espacio protegido. Necesitas varios días para conocer las cinco islas. En nuestro caso, dedicamos tres días, de los cuatro días, a visitar la isla de Armona (Ilha da Armona). La elegimos por sus arenales y sus bonitas playas y, sobre todo, porque en 15 minutos se llega del puerto de Olhão al puerto de Armona. Así nos cundía más el tiempo, tanto estancia en la isla como de disfrute en las playas.


El primer día que tomamos el ferry a la ilha da Armona, la luz del sol teñía de dorados y reflejos naranja las pequeñas casas que rodean el puerto. Se celebraba un festival en la misma playa con música en directo y la gente estaba eufórica bailando y cantando. Una explosión de vitalidad que nos llenó de energía y de buen rollo para el resto del viaje.


En la isla de Armona nadamos en la playa del puerto y visitamos la Lagoa dos Patos. También pasamos un día entero caminando y nadando por la gran ensenada de Fuseta, sobre todo nadando en la playa de Tesos (Fuzeta ria) donde el agua es más templada y tranquila que en la playa de Fuzeta mar.


Nos costó mucho dejar este entorno y volver a nuestras obligaciones laborales. El lugar te subyuga, te relaja. Olhão es una ciudad portuguesa encantadora, con un aire calmado y que te conecta fácilmente con su naturaleza periférica.