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24 junio, 2015

Abadia del Maestrat hotel


Bajo la financiación del Programa de Desarrollo Local, el Ayuntamiento de Sarratella realizó obras de rehabilitación y reconstrucción de un edificio, en el núcleo urbano del pueblo, para incentivar turísticamente la zona. Un edificio adyacente a la iglesia sirvió como base para el proyecto del hotel Abadia del Maestrat.


El Ayuntamiento lo arrendó,  bajo contrato de concesión de la gestión del hotel, al restaurador Avelino Ramon Andreu del restaurante Daluan de Morella.

Cuando llegamos al hotel, hacia poco más de un mes que estaba en funcionamiento. El gestor del establecimento es un simpático joven emprendedor, Mario, ex-alumno de Avelino Ramon.


Abadia del Maestrat Hotel se localiza en la pequeña y peatonal plaza de San Miquel o plaza de la Iglesia. El hotel no dispone de parking propio ya que se halla en pleno centro de la vila aunque existen plazas libres para aparcar cerca del hotel.
La cuidada restauración del edificio sorprende. Han dejado paredes a piedra vista y vigas verticales de hierro exentas de la pared, lo que le da un aire contemporáneo a las estancias. Estos sencillos detalles nos muestran que se pueden hacer bien las cosas en cualquier lugar del mundo, sólo se necesita emprender buenos proyectos e invertir en ellos.


La decoración simple y cálida. La cama es grande y cómoda, con finas sábanas de puro algodón que invitan al descanso. Las vistas desde la habitación dan al pueblo y al campo que lo rodea. La insonorización del espacio interior ayuda a la relajación. Si abres las ventanas escuchas el sonido de los pájaros y de las campanas de la iglesia y no el tránsito de los coches cómo ocurre en una gran ciudad.
  

Nos alojamos en una suite. La diferencia económica entre una habitación doble y la suite era mínima. La suite dispone de un pequeño espacio con un amplio sofá y un sillón para la lectura. Como estábamos muchas horas fuera del hotel recorriendo los alrededores, no utilizamos esa zona con lo cual al final nos daba igual que fuera suite o habitación doble.


El hotel dispone de una zona de comedor en dónde se sirven los desayunos. Al mediodía y por la noche, este pequeño espacio se convierte en un buen restaurante. En él, se sirven tres tipos diferentes de menús para degustar. Nosotros probamos dos de ellos y nos encantaron.


No hay que perderse las vistas que se divisan desde la terraza del hotel. Allí se ha habilitado una pequeña zona de spa, con jacuzzi y un par de máquinas, pero desde luego lo mejor es ver los rústicos tejados de las casa del pueblo, el campo repleto de olivos, almendros y cerezos y, si hace un día despejado, hasta podrás ver en el horizonte el mar Mediterráneo. 


Un hotel ideal para descansar, después de un agitado día de playa o del estrés de una gran ciudad, o por lo menos así fue para nosotros cuando lo visitamos fuera, eso sí, de la temporada alta.

Actualización:
A finales de octubre del 2016,  volví para comer en su restaurante, pero estaba cerrado. No creo que sigan los mismos gerentes que cuando estuvimos nosotros alojados allí.

15 junio, 2015

Sarratella, naturaleza genuina

Busqué información de la zona, antes de buscar alojamiento. No conocíamos el Baix Maestrat (Bajo Maestrazgo), ni la Plana Alta en la provincia de Castellón y pensamos que la primavera era una estación perfecta para darnos una vuelta por esa zona rural.

 


El pueblo de Sarratella o Serratella disponía de una buena red de rutas para practicar senderismo y que tenía unos alrededores estupendos. La dificultad para llegar hasta él, le protegían de la especulación.
Pese a estar a pocos kilómetros de Peñíscola, Alcossebre, Oropesa y Benicàssim, su relativamente difícil acceso le mantiene apartado del exceso del turismo de costa.

Desde Sant Jordi, por la comarcal CV 10, pasando por Sant Mateu y Salzadella, llegamos finalmente por una estrecha y tortuosa carretera  - la CV154 - hasta Sarratella. Desde esta carretera de curvas cerradas, el paisaje es de vértigo porque en muy pocos metros se llega hasta Sarratella que está prácticamente a 800 metros de altura con respecto al mar. 
 


El pueblo sólo tiene unos 100 habitantes. Allí la tranquilidad está asegurada y también el descanso. En otros tiempos, llegaron a vivir allí más de 700 personas.


Los alrededores de Sarratella son de los más bonitos que hemos visto. El campo estaba repleto de flores de colores y de hierbas aromáticas: amapolas, retama, tomillo, romero y lavanda. 


Por los solitarios caminos, veías cruzar a las liebres y a las cabras montesas. Podías ver en cada rincón pastar a los caballos. En los húmedos márgenes, el croar de las ranas era constante. Las golondrinas emitían su peculiar sonido, mientras cruzaban una y otra vez el cielo de Sarratella. Un lugar entrañable.

El alojamiento elegido por nosotros fue el hotel Abadia del Maestrat. El hotel se proyectó y restauró bajo patrocinio del Ayuntamiento y de la Generalitat Valenciana para incentivar turísticamente la zona. Restauraron una antigua casa, en la plaza de Sant Miquel,  adyacente a la iglesia del pueblo. La localización del hotel no puede ser más peculiar.



Cuando llegamos al hotel, nos recibió Mario, un joven emprendedor, con una amplia sonrisa. Una calurosa bienvenida. Ya que llegar hasta allí es toda una aventura. A nosotros no nos asustan las aventuras. Al contrario,  nos  motivan.

07 junio, 2015

Peñíscola, la roca sólida

Peñíscola es una población de unos 8.000 habitantes, que en verano llega a rozar la cifra de unos 200.000 pernoctadores. Es la típica ciudad turística de veraneo, como algunas otras del Mediterráneo. Se localiza en la provincia de Castellón. Al norte linda con la provincia de Tarragona, al sur con Valencia.


Peñíscola es famosa por haber sido sede pontificia. Aquí vivió durante años Benedicto XIII, conocido como Papa Luna. Actualmente, también es famosa por sus largas playas de arena fina.


Llegamos a Peñíscola temprano para poder ver el castillo y la zona del casco viejo. Aparcamos sin dificultad muy cerca del puerto y del peñón. Seguro que porqué estábamos fuera de la temporada alta. Aunque, ya se podía intuir que en verano debe resultar imposible encontrar un hueco para aparcar. Una gran parte de la zona comercial es peatonal y en otras calles no peatonales, el aparcamiento era de pago.
 Te puedes hacer una idea de lo muy turística que debe ser la ciudad en verano, sólo observando la cantidad de aparcamientos de pago que existen diseminados a lo largo de la Avenida Papa Luna. También, por la cantidad de apartamentos de segunda residencia que se han construido en paralelo al mar, sin contar con evidente gran oferta hotelera que existe a pie de playa.


A primera hora de la mañana, por las calles del centro comercial se respiraba tranquilidad. El día despertó sin una nube, sabíamos que el sol apretaría con fuerza a partir de las 10 de la mañana. Así que atravesamos el puente y llegamos hasta una de las entradas de la muralla y por la que se accede al protegido centro histórico de Peñíscola.

Esta antigua fortaleza y la mayor parte del centro histórico intramuros lo construyeron sobre un rocoso y desafiante peñón.



A finales del siglo XIII, la orden de los Caballeros Templarios re-construyeron parte de la zona amurallada y edificaron el actual Castillo, sobre los restos de una antigua alcazaba. Para ello, aprovecharon la estructura natural del peñón de 64 metros de altura.  Los altos muros macizos de la fortaleza de aire militar y la construcción típicamente mediterránea de las estrechas y sinuosas calles del centro histórico te remiten al medievo. Claro que, en estas tranquilas y estrechas callejuelas ahora han proliferado una gran multitud de tiendas de regalos para consumo exclusivo de los turistas que visitan el Castillo. Esto te devuelve de un plumazo a la realidad actual.

 

Nuestra visita al peñón, acabó de la mejor manera, dándonos un refrescante baño en la Playa Norte. Una playa inmensa de cerca de 5 kilómetros de arena tostada y aguas tranquilas. Fuera de temporada esta playa es ideal. Relajante, pacífica y con una vista estupenda de la antigua fortaleza medieval.