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09 noviembre, 2024

Rabat, en Malta


Pese a la apabullante espectacularidad de La Valletta, mi lugar preferido en Malta es, sin dudarlo, Rabat y Mdina. Y ello a pesar de que fue pura casualidad que escogiera Rabat para alojarnos. Lo elegí porque quería una estancia cercana al norte y a la playa Golden Bay y también porque nuestro siguiente alojamiento estaría en el sur, en Marsalokk. De esta forma, era más fácil abarcar todo lo que queríamos visitar. Posteriormente, ya en Malta, nos dimos cuenta de la dificultad que conlleva circular por el diminuto país. Malta es una isla pequeña y muy poblada, repleta de carreteras estrechas que atraviesan pequeños o grandes núcleos urbanos. El único trazado sencillo y sin apenas complicaciones es el acceso al aeropuerto. Está bien señalizado y la carretera es una autovía donde se puede circular a más de 60 kilómetros hora. En la mayoría de carreteras de la isla el límite es de 50 km/h y en no pocos tramos de 30 kilómetros hora.


Nuestro alojamiento en Rabat estaba situado en una callejuela peatonal de la zona centro de la ciudad. Un pequeño hotel, el Adelphi Boutique, con pocas habitaciones. La que nos correspondió era grande, confortable, con terraza con buenas vistas, una gran cama y un sofá para relajarse. La televisión era enorme, con muchos canales internacionales, sobre todo italianos (supongo que por su cercanía a Sicilia). La decoración, peculiar. Los desayunos, muy completos. Repetiría sin dudar el mismo alojamiento, sobre todo por su ubicación relajante, céntrica, bonita y también por la amabilidad de la gerencia.


La localización de este hotel era la ideal para nosotros, cerca de la Iglesia Parroquial de San Pablo (il-Kolleġġjata u Proto-Parroċċa ta' San Pawl), de las Catacumbas de San Pablo, de la Domus Romana, de la IMdina, de buenos comercios y de los mejores bares y restaurantes de Rabat. Asimismo, me volvería a alojar en Rabat sin dudarlo ni un momento. Me gustó el ambiente de sus calles, lo tranquila que es por las noches, la limpieza existente en la población. También el hecho que sea una ciudad “de verdad”, donde se puede apreciar la vida cotidiana de los malteses, llevando a los niños al colegio y comprando en panaderías de toda la vida (como en la Falzon bakery) o en las farmacias o supermercados. Sí, la visitan muchos autocares sobre todo para ver la ciudad fortaleza de Mdina (Imdina), pero los autocares se van por la tarde y la población vuelve a la calma.


El entramado de calles del centro de Rabat recuerda a las pequeñas ciudades del litoral mediterráneo de Italia, Grecia o España, y también a las del norte de África. Un entramado medieval, laberíntico, con pequeñas casas en piedra beig y ocre con patios ajardinados. Si uno no tiene buena orientación, resulta sencillo perderse. Aunque eso es precisamente una de las mejores cosas que puedes hacer para ver como es la auténtica vida allí. Con todo, el turismo, y lo que conlleva el turismo, ha desplazado del centro de Rabat a muchos de sus antiguos habitantes, que han optado por alejarse a la periferia.


Hay mucho que ver y hacer en Rabat. Por ejemplo, visitar las Catacumbas de San Pablo y la Iglesia de San Pablo. Deambular por su centro histórico para poder apreciar su arquitectura maltesa, las bonitas puertas de colores, las calles decoradas con macetas, las aldabas de las puertas (que siempre constituían una sorpresa), esos coloristas balcones o adentrarse en la Domus Romana.


Otro de los aciertos de alojarse en Rabat es su cercanía a la hermosa Mdina. Mdina es increíblemente bonita y, en la que viven cerca de 70 personas, Rabat es más de mi gusto, más sencilla, cotidiana, con más ambiente callejero. Sobre todo, si buscas alojarte en una ciudad auténtica. Llena de vida en sus calles, con comercios, escuelas, farmacias, panaderías, librerías, cafeterías, bares y restaurantes. Además, como aliciente añadido, muy cerca de Rabat se encuentra la magnífica playa Golden Bay.


A pesar de estar alojados en Rabat y después en Marsalokk, fuimos dos días a diferentes horas a La Valletta. En ambas ocasiones, llegamos en góndola desde Il'Birgu dado que era mucho más sencillo aparcar el coche en Il'Birgu (la Vitoriosa) que en la Valletta. La arquitectura y el espacio geografico de las tres ciudades (Il'Birgu, ​I​l Kalkara y Bormla) y la Valletta es sencillamente abrumador. Impactante.