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Manna Gea, la belleza de lo auténtico


Manna Gea es uno de los alojamientos griegos de los que guardo mejor recuerdo. Está construido y decorado para el descanso y el relax. Situado en una pequeña bahía cercana a Vonitsa, es mi lugar en el Mundo. Un sitio especial. Un lugar para los que buscan el contacto más directo con la naturaleza. Si te gusta nadar, lo puedes hacer en soledad. Si te gustan los amaneceres o atardeceres espectaculares, este es tu sitio. Si te gusta la tranquilidad, allí la consigues. Si te gustan los sitios poéticos, esos lugares sencillos que evocan plenitud, Manna Gea te enamorará.





Manna Gea se localiza en un lugar sin edificaciones, al borde del mar entre campos de olivos, higueras, perales y pinos. A unos pocos kilómetros de Vonitsa, aunque tampoco está lejos de Preveza, ciudad que vale la pena conocer -tiene un bonito casco histórico y un puerto muy agradable con bares y restaurantes cerca del mar-.


La construcción del alojamiento es contemporánea, de líneas rectas. El cubo y el rectángulo están presentes en el diseño de su actual y original arquitectura. Discreta por fuera, confortable en su interior. Combina a la perfección el interior que evoca calma con el exterior rural y marino.

Grandes ventanales se abren al mar que se encuentra tras la verja que rodea este enclave. Dispone de un grato jardín con césped y una zona para tomar un café o una copa fría de vino blanco griego. 





Nuestro apartamento ocupaba la planta baja. Tipo loft, con cocina, salón, chimenea y una habitación separada del salón por una pared sin puerta. El lavabo era pequeño, con bañera. No se necesita nada más. 

La limpieza de la habitación era diaria. Sin problemas.

La cocina estaba perfectamente equipada y aunque no servían desayunos, los desayunos que allí tomamos fueron muy buenos. Vonitsa tiene buenas pastelerías y supermercados. Comprábamos y desayunábamos lo que queríamos. Así de simple.

La comodidad de los apartamentos no exigía ningún esfuerzo. Cogías el bañador y te zambullías en el espejo marino, porque los apartamentos están a unos pasos del mar.



El secreto de Manna Gea está en lo que le rodea. La naturaleza, el mar, lo salvaje, lo auténtico, el paisaje, el recorrido natural, las pequeñas barcas de los pescadores de los alrededores que se deslizan sobre el agua y en los pacíficos pastores de ovejas. Ni siquiera hay ruidos, si exceptuamos el sonido de las cigarras, el acompasado ritmo del calmo mar y el constante zumbido de las abejas al pasar. 


Cuando pienso en este alojamiento, me vienen recuerdos vívidos de la confortabilidad de nuestro apartamento, la belleza un tanto salvaje y rústica de la playa y de la libertad que nos producía estar allí.

Por supuesto, también, recordamos con cariño a la gerente del establecimiento, Niki. De trato familiar. Cordial, amable, educada y simpática. Nos facilitó muchísimo nuestra estancia allí. Sin dudarlo, una buena anfitriona.

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