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Molí del Duc, rústico y singular

Después de una estupenda caminata por los alrededores de Aín, decidimos comer en el pueblo. Aunque Aín no es muy grande, puedes comer en diferentes restaurantes. Alguno de ellos, sólo abre sus puertas los fines de semana.

Había leído buenas críticas del restaurante Molí del Duc y fuimos allí después de tomar unas tapas en el bar de la cooperativa de Aín.

Como sugiere su nombre, el restaurante Molí del Duc está situado en un viejo molino. Grandes arcos y altas paredes de piedra forman parte del diseño y la configuración de la construcción del molino. Desde luego, es un edificio singular. Preside el espacio una gran chimenea y algunas prensas hidráulicas que animan a crear ambiente. Tiene mérito integrar un restaurante en un espacio tan peculiar.
Unos altos ventanales dan al Barranco de la Caridad. Desde ellos, se aprecian las fértiles huertas y el pequeño río Ana que nace en el Barranco de la Caridad y que pasa a los pies de Aín. 


La estructura rústica del restaurante no hace sospechar que la comida que sirven sea tan sofisticada y creativa. Fue una verdadera y agradable sorpresa comer allí. Lástima que el restaurante no sea muy conocido - puede que sea por su localización -, porque la amabilidad del propietario y el buen hacer de la cocina merecen un cálido reconocimento.

Pedimos el menú del día. Un menú a un precio mucho más que razonable, en el que entraba un primero, un segundo y el postre. Solicitamos platos diferentes para poder compartir: ensalada, crema de calabaza, bacalao y pollo. La tarta Tatín del postre estaba muy rica.
Las cantidades no eran excesivas, pero la calidad era evidente. Me pareció buena la relación calidad-precio. 
No sé si con el tiempo habrá cambiado la gerencia de este establecimiento o si habrá cerrado.

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