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29 enero, 2017

Castelnou, original villa medieval

Castelnou es un pequeño pueblo de estructura medieval. Está situado en el territorio de Els Aspres,  en la región del Roussillon francés. Su localización es realmente estratégica a los pies de los Pirineos Orientales y muy cerca de la montaña de 2.785 metros de altura: el Canigó. 


Su decisiva situación ha posibilitado que esta zona estuviera habitada durante siglos. Lo podéis comprobar visitando el Dolmen en Pla de les Arques.
La villa de Castelnou o Castelnu forma parte del sello de calidad francés de "Les plus beaux villages de France" . Está considerado una de las villas francesas más bonitas. La verdad es que está conservada con cariño y esfuerzo. Respetando en todo lo posible su estructura medieval. Muchos pueblos franceses respetan al máximo su pasado arquitectónico. Allí es algo natural. 


La villa de Castelnou está amurallada y en sus calles empinadas e empedradas respiras su impronta medieval. Durante años, fue capital militar y administrativa del vizcondado de Vallespir. 
Nosotros llegamos a Castelnou desde Thuir, después de comer estupendamente bien en el restaurante Aberquina.
Aparcamos nuestro coche, en un parking de pago. No es barato, pero sí cómodo. El parking estaba perfectamente organizado para admitir a un montón de vehículos. 


Después tras subir una empinada cuesta atravesamos la gran puerta de acceso a la villa. Había llovido durante toda la noche y el campo que rodea a Castelnou olía a hierba húmeda y a tierra mojada. 



No había mucha gente, sólo un grupo de japoneses que llegaron hasta allí en diferentes taxis. 
Pudimos recorrerla sin prisas ni agobios. Supongo que en verano, o en temporada alta no será así de tranquila. Pero vale la pena el viaje. 

17 enero, 2017

Collioure, emoción pétrea

Collioure o Cotlliure es una pequeña villa francesa. Está cerca de la frontera española y a unos 30 kilómetros al sur de Perpignan. Tiene la fuerza de las villas costeras mediterráneas. Es un lugar que huele y sabe a mar. Mezcla perfecta de pueblo pescador y bohemio.



Pese a ir a Collioure fuera de la temporada alta y que el tiempo había sido desapacible y lluvioso, habían bastantes visitantes y algunos autobuses de tours de turistas. No tantos como en verano, pero más de los esperados. Supongo que porqué la ciudad es famosa. Allí murió el poeta Antonio Machado. Además, tiene fama de ser la cuna del movimiento pictórico llamado fauvismo. También, lo es, por su vino fresco y afrutado y  por sus anchoas.


Aunque, resulta evidente la fama turística de Collioure, no está tan masificada como otras zonas de la costa (Côte Vermeille). La última vez que fui a Collioure fue a finales de los años 90. Como han pasado unos cuantos años, esperaba ver toda la zona cubierta por ladrillo (horribles edificios frutos de la especulación inmobiliaria) y pese que han crecido a su alrededor urbanizaciones, las montañas y el paisaje, en general, se mantienen casi igual que hace 17 años.


Colliure tiene algo que emociona, sobre todo la zona del centro de la vila, la más cercana al mar y la zona del barrio de Moure.

La imagen más característica de la vila  es la de la silueta de la iglesia fortificada, que se adentra como un barco en el mar: Notre-Dame-des-Anges. Antiguamente, el campanario de la iglesia, con su cúpula de tejas rojas, servía de faro al antiguo puerto. Otra silueta inconfundible es la del Castell du Roi.



Eso es lo que esperas ver cuando llegas a Colliuore, pero la ciudad te depara otras imágenes que te sorprenderán, como las resguardadas plazoletas que te protegen del viento de la Tramontana. Empinadas callejuelas con bohemios ateliers y bonitos comercios y un paseo que bordea la costa y que resulta muy agradable caminar por él, sobre todo si hace buen tiempo.


Deambular por el casco viejo de Colliuore es muy agradable. Está restaurado con esmero. Muchos edificios se han pintado con alegres colores y decorados con grandes macetas con flores.


Para mi, lo mejor de Collioure es ese aire marino que respiran sus edificios y sus magníficas vistas al bravio mar, sobre todo cuando hay tormenta y la naturaleza se desvela con una inusitada fuerza.

07 enero, 2017

Domaine hôtel Castell de Blés, el chic rural

El sol nos acompañó durante todo el viaje hasta nuestro primer alojamiento, el Domaine hôtel Castell de Blés, aunque cerca ya del hotel; se nubló. Nos costó un poco encontrarlo, porque se halla situado en una zona agrícola, con carreteras rurales  estrechas y mal señalizadas, pero el paisaje es de una belleza deslumbrante.
Me gustaría que esta zona de la campiña francesa se conservase tal cual está, porque es uno de los lugares más bonitos que he visto. Un paisaje agrícola, rodeado de arroyos del río Le Tech y a pocos kilómetros del macizo de “Les Albères” (Serra de l’Albera), de la Reserva Natural de Mas Larrieu, de los Pirineos y del mar. Un espacio silencioso y anti estresante.


El alojamiento era perfecto para ver los alrededores: la iglesia y el claustro de Saint-Genís-des-Fontaines, visitar Elne, Thuir y acercarnos hasta Castellnu (Castellnou).

A nuestra llegada al hotel, nos recibió con una amplia sonrisa la gerente del hotel: Aurélie. Es amable, alegre, simpática, dinámica y educada. Nos aconsejó qué visitar por la zona y nos proporcionó una lista de restaurantes que nos fue de mucha utilidad. Aunque, en esa área francesa, se come muy bien prácticamente en cualquier restaurante.

La restauración del hotel respeta el aire chic y afrancesado de la arquitectura. Sin duda, detrás hay una perfecta y estudiada recuperación y acomodación del espacio para transformarlo en hotel.


La habitación era grande y cómoda. Con bonitas vistas al jardín y una gran claraboya que inundaba de luz la habitación. Por la noche, se podía cerrar para que la luz del amanecer no te despertase antes de lo previsto.

Los suelos de madera impregnaban calidez y  comodidad a la estancia. Eso sí, el suelo crujía al pisarlo. Pero no tiene ninguna importancia y no supone ningún problema para disfrutar del confort de la habitación.
Los desayunos son más que correctos con fruta, pastas, pan tierno, mantequilla francesa y mermeladas caseras, quesos y yogures. Se sirven en una zona común con grandes ventanales que dan al bucólico jardín francés.
Descansamos muy bien en Domaine hôtel Castell de Blés y de eso se trata cuando vas a un hotel de vacaciones. Descansar y desconectar, ¿no?.