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22 febrero, 2016

Muralha de Caminha, restaurante

En el centro histórico de Caminha, en los bajos de un alojamiento local, se localiza el restaurante Muralha de Caminha. Se puede acceder a él desde el mismo centro histórico, por una callejuela y por la zona del aparcamiento que da a la carretera.

Sin ser muy grande, el espacio del recinto del restaurante está perfectamente organizado. Dispone de grandes ventanales, mesas de madera y cómodas sillas. Unas grandes estanterías en las que se exponen los vinos, decoran y separan el espacio y lo distribuyen.


Nos habían hablado bien de este restaurante. Nos imaginábamos que se comía bien allí, como en muchos otros restaurantes portugueses, pero a veces la experiencia de una persona no sirve para otra. Te puede gustar o no y eso viene dado por diversos factores: cómo te atiende el servicio, la limpieza, la espera, el acierto o no en el plato elegido etc.



A nosotros también nos agradó el restaurante, tanto que repetimos otra vez. El servicio fue simpático, rápido y eficiente tanto el primer día, que habían pocas mesas, como el segundo que estaba lleno el restaurante. Nos gustó la calidad de la comida, la variedad y la buena ubicación del restaurante delante del río Miño y de Galicia y muy cerquita de la Igreja Matríz.
 

Nos asombró la cantidad de comida que servían. Nunca antes nos habían servido unos platos tan generosos y sin perder la calidad. Terminé pidiendo medias raciones.


Intentamos no repetir los platos: ensaladas diferentes, pulpo, carne, bacalao, merluza y gambas. Todo bueno, no podíamos poner un pero a nada.



El vino un cosechero de la zona blanco, llamado allí vinho verde. Era suave y afrutado, con un toque a manzana. Estaba muy rico.
Desde luego, nuestra experiencia allí fue muy positiva. Tanto como para repetir.

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