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13 octubre, 2013

Elies hotel en Kardamili


Para conocer los alrededores, que son muchos, de Kardamili nos alojamos en el hotel Elies.


El Elies hotel se localiza en un enclave fuera de lo común. Delante del hotel está la bonita playa de guijarros blancos: Ritsa. Detrás del hotel, un marco incomparable, ya que desde allí se obtienen una de las vistas más imponentes del monte Taigetos. El hotel está rodeado de olivos (de ahí su nombre “Elies”) y posee una vegetación típicamente mediterránea. 

También es un hotel fuera de lo común debido a su situación privilegiada y sobre todo por la calidad y el esmero en la decoración de sus instalaciones.


Las habitaciones se dividen en estudios, apartamentos y casas para familias. Nosotros nos alojamos en uno de los estudios de reciente construcción. El estudio disponía de una terraza desde la cual se podía divisar, entre un mar de olivos, el golfo de Mesenia.

     
       

A nuestro estudio no le faltaba un detalle. La calidad de los acabados, los muebles de diseño, el aire acondicionado silencioso, la decoración cuidada, la vajilla de Alessi y los productos de baño de la marca Korres. Inmejorable. Aunque, no busques grandes lujos; disfruta de las comodidades que aporta el hotel Elies para unas relajadas vacaciones.

 
Como si esto fuera poco, el primer día nos trajeron, por cortesía del hotel, tres tipos de mermeladas caseras de tres sabores diferentes –de naranja, higos y fresas- unos cinco kilos de naranjas para exprimir, té e infusiones, café, miel, mantequilla, azúcar, agua y tostadas. Para nosotros ideal, porque nos facilitaba el desayuno en la habitación. De esta forma, aprovechábamos mejor el día y no dependíamos del horario del hotel y por supuesto, así podíamos iniciar nuestras excursiones desde primera hora de la mañana.


De hecho, a las ocho de la mañana nos dábamos ya nuestro primer baño matutino en la playa de Ritsa. Desayunados y completamente solos en playa contemplábamos, plácidamente desde el mar, el pico con forma piramidal del Taigetos. Allí te envolvía una sensación de clama total y de conjunción con la naturaleza.


En la playa, también por cortesía del hotel teníamos asignada nuestra sombrilla y nuestras hamacas. Para nosotros, era un gustazo y un relajante placer estar allí a primera hora de la mañana y al final de la tarde.


En el propio hotel hay un restaurante. Comimos allí varios días y siempre muy bien. El único inconveniente es el calor que hace bajo la sombra de un olivo; siempre es mejor buscar la sombra de una higuera, una parra o un buen toldo.

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