La playa de Vai es famosa, sobre todo, por su palmeral - el más grande de toda Grecia - y también por sus aguas cristalinas.
Es una de las playas más fotografiadas de Creta, en particular su palmeral que ocupa 29 hectáreas de terreno. Este bosque de palmeras forma parte de la Red Natura 2000, siendo área de protección especial de la Comunidad Europea.
Para ir a Vai, nosotros hicimos lo que dice el refrán español: "a quién madruga, Dios le ayuda". Por supuesto madrugar nos ayudó, porque de 9 a 10 de la mañana estuvimos solos en la playa. Después, poco a poco, la playa empezó a llenarse de gente de diferentes nacionalidades, pero durante una hora estuvimos sin compañía alguna.
En realidad, esta playa está habilitada para pasar el día sin salir de ella. Dispone de restaurantes, bares y tiendas para que puedas comer o tomar algo en ella sin necesidad de salir de la playa o coger el coche.
Vai cuenta con duchas, parasoles y tumbonas. Un parasol y dos tumbonas cuestan 9 euros, pero los disfrutas a tope. Nuestras tumbonas estaban a primera línea de mar y el parasol estaba confeccionado con hojas secas de palma.
Una ligera y constante brisa marina nos aliviaba del fuerte calor. Además, el agua del mar estaba tan fresquita, que adentrarte en él era un gustazo.
El mar de la playa de Vai es como una gran pecera. Contiene una gran variedad de peces de todos los tamaños. Bucear allí merece mucho la pena.
Cuando salimos de Vai sobre las 2 de la tarde una hilera de autobuses turísticos llegaba a la playa. Lo dicho: ¡tuvimos suerte!.
Después de Vai nos acercamos a comer a la playa de Maridati. En un restaurante, Maridatis Taverna, que también alquila habitaciones. Su ubicación es ideal, porque se encuentra en un pequeño valle, muy cerquita de la playa; una zona exuberante, con huertos muy cuidados, árboles frutales y grandes parras.
Allí bajo la sombra, con el mar al fondo y con el acompañamiento del sonido de las cigarras disfrutamos de una típica comida mediterránea y cretense.